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Una semana en el Líbano martirizado


x Miguel Urbano Rodrigues

A mi edad las emociones son más controladas y menos frecuentes que en los años de juventud. El encuentro con Líbano rompió esa tendencia. Los breves días que allí pase fueron vividos en estado de tensión permanente, tocados por emociones muy fuertes.

El contacto directo con el sufrimiento de los pueblos palestino y libanes desencadenó en mi un sentimiento de dolor, una sensación próxima a la angustia, acompañada de otro sentimiento, que fundía la comprensión del odio de los pueblos de la Región al sionismo con la frustración nacida de la conciencia de la pobreza de la solidaridad de los occidentales progresistas a las víctimas de los monstruosos crímenes del Estado de Israel.

El primer choque fue producido por el ajuste a la realidad del cuadro físico y humano imaginado. Casi todo difería de aquello que esperaba encontrar.

LOS TRES BEIRUTS

Tres son las ciudades que coexisten en la capital del país: Beirut Este, Beirut Sur y Beirut Oeste. El pueblo es el mismo, pero en la primera la mayoría de los habitantes es cristiana, en las dos últimas musulmana.

Desde la época de las Cruzadas, musulmanes y cristianos convivieron pacíficamente en la Región. La implantación en la vecina Palestina del Estado de Israel altero las relaciones entre las dos comunidades. En 1976, en Beirut como en otras ciudades, cristianos y musulmanes pasaron a vivir en áreas separadas. Una guerra civil irracional, incentivada por el imperialismo y apoyada por Tel Aviv –en una época en que los palestinos de la OLP constituían una fuerza hegemónica en Líbano- destruyó gran parte de Beirut. La agresión israelita de 1982 acabo con lo que restaba. El centro de la capital fue transformado en un montón de escombros. La agresión solamente termino con la salida de los combatientes palestinos y el exilio en Túnez de Yasser Arafat.

Beirut continuó siendo una ciudad dividida, pero, con el transcurrir de los años, la tensión entre las dos comunidades fue cayendo a un nivel cada vez más bajo.

Destruida múltiples veces a lo largo de dos siglos, Beirut renació siempre, acariciada por el Mediterráneo y por la brisa de las montañas que la rodean en un escenario deslumbrante. En este invierno un tocado de nieve cubría los cerros de de las sierras paralelas a la costa, contrastando con el azul purísimo del cielo.

Terminada la guerra civil, el Centro fue totalmente reconstruido gracias a una ayuda internacional negociada en condiciones que endeudaron brutalmente al país. Al recorrer con calma sus avenidas y la gran Plaza de la Estrella, ese Centro me pareció como un cuerpo extraño, ultramoderno pero sin personalidad, insertado en un conjunto urbano mediterráneo. Ahí palpita el corazón financiero de la ciudad y se concentran establecimientos comerciales de lujo, hoteles, restaurantes, las sedes de las grandes empresas. El Estado financió y dirigió la reconstrucción, más todo en beneficio del sector privado.

Paradójicamente, al atardecer y en la noche el movimiento aumenta en ese Centro de fisonomía europea en vez de disminuir, porque confluyen a la zona habitantes venidos de muchos barrios. En las terrazas de los cafés se mezclan cristianos y musulmanes.

Mezquitas e Iglesias se yerguen a escaza distancia para recordar a los visitantes extranjeros que comunidades con religiones diferentes pueden coexistir pacíficamente. Extrañé no identificar en el área vestigios de las agresiones israelitas del 2006. Supe entonces que Beirut Oeste y Beirut Este no fueron entonces bombardeadas. Solamente por error, y en la periferia, exploto una u otra bomba en los barrios habitados por la burguesía.

Fue sobre Beirut Sur, la Beirut pobre, musulmana y ardientemente solidaria con el Hezbollah, que la Fuerza Aérea Sionista dejo caer sus bombas, alcanzando con misiles supuestamente “quirúrgicos” instalaciones de Hezbollah y residencias de dirigentes de la organización.

Me contaron que ni un solo cuadro destacado del movimiento patriótico fue entonces abatido durante esa operación de terrorismo sionista planeada con larga antelación.

En tanto en la Beirut burguesa la mancha urbana no permite al forastero percibir que el Líbano fue devastado en 2006 por una agresión monstruosa, eso no ocurre en Beirut pobre, baluarte de la resistencia.

Allí enormes cuevas abiertas por las bombas son visibles al lado de edificios degradados. La reconstrucción avanza lentamente en esa zona que recuerda un enorme astillero. Una vida intensa anima las callejuelas estrechas, proyectando la imagen de una comunidad que no perdió la alegría de vivir y se acostumbró a transformar la desgracia en fuente esperanza.

En las áreas bombardeadas no es permitido por motivos de seguridad hacer fotografías. Pero no olvidaré el espectáculo doloroso ofrecido por manzanas enteras donde montes de escombro empujan la imaginación a edificios donde hace años pulsaba la vida de familias afectadas por la barbarie israelita.

Un comercio efervescente, en la tradición oriental, contribuye a la atmósfera de Beirut Sur, transmitiendo la certeza de que la ola casi ininterrumpida de agresiones sionistas no consiguen sofocar el espíritu de resistencia de aquella gente.

Hablé con los propietarios de minúsculas tiendas. El mensaje que transmitían fue el mismo. Pedían que contase en mi país lo que veía, porque en la Unión Europea, al valorar por la televisión, solamente “dicen mentiras” sobre Líbano y Palestina.

EL FORUM INTERNACIONAL


El Foro Internacional de Beirut, en que participe, realizado en las instalaciones de la UNESCO, fue prácticamente ignorado por los grandes medios de la Unión Europea y de los EEUU. Tal actitud no sorprende. La Declaración Final refleja bien la importancia del acontecimiento en el contexto de la solidaridad con los pueblos agredidos por el sionismo. Expresa una clara condena a las guerras imperialistas en Irak y en Afganistán y a la alianza de los EEUU con el régimen neofascista de Uribe, repudia las amenazas y provocaciones a Irán, a Siria y a Sudán y propone alternativas al diktat del mercado que está llevando al mundo al abismo.

La agresión genocida contra Gaza fue obviamente el tema más tratado. Además de los paneles principales sobre la lucha contra el imperialismo, la solidaridad, la crisis mundial y la construcción de alternativas y las violaciones de derecho internacional, hubo dos mesas redondas, una de parlamentarios y otra sobre el combate al bloqueo mediático.

Entre los cientos de participantes intervinieron en el Forum personalidades de prestigio internacional como Ramsey Clark, ex-Procurador de Justicia de los EEUU; el belga François Houtart, el filosofo francés Jean Salem; y Selim Hoss, ex-primer ministro de Líbano. La delegación de Venezuela, saludada con entusiasmo y gratitud por la ruptura del gobierno de Hugo Chávez con Israel, fue la más numerosa. Los delegados de Irán, por la solidaridad de su pueblo con la lucha de Hezbollah y de Hamas, fueron escuchados con especial atención.

El Forum fue torrencial. Destacar esta o aquella intervención, entre las centenas que se sucedieron en tres días, de apertura o de clausura, no contribuiría para que el lector pudiese sentir la atmósfera del evento. Lo que lo diferenció de iniciativas de solidaridad similares fueron la revuelta, la indignación, la transparencia del sufrimiento de los portavoces de los pueblos de la Región contra la criminal estrategia del Estado sionista. Palestinos y libaneses sobre todo son conscientes de que mucha gente progresista los apoya en el mundo, pero condenan con firmeza la complicidad de Occidente con Tel Aviv y lamentan la pasividad, para ellos incomprensible, de las grandes mayorías frente a los crímenes del Estado sionista. Les inspira profundo rechazo la convivencia –para no decir alianza tacita- de la mayoría de los gobernantes árabes con Israel. El desprecio que sienten por Mahmud Abbas es hoy también prácticamente unánime en las capas populares.

Esta actitud imprimió al Forum la atmósfera peculiar que la Declaración Final no podía transmitir. En casi todos los paneles el debate se torno inviable, porque los oradores musulmanes que se sucedían en la tribuna preferían exteriorizar emotivamente su sentir en vez de formular preguntas a los conferencistas.

No creo que ese desvío del programa haya sido negativo. La emoción y la protesta abrieron puertas a la comprensión de una coyuntura histórica y social contradictoria que, por su complejidad, no puede ser captada recorriendo exclusivamente a la ciencia política.

En Hezbollah y en Hamas, satanizados por los gobiernos occidentales como organizaciones terroristas, identifico movimientos que en la resistencia al terrorismo del Estado sionista cumplen un papel revolucionario. Son ellos y no las fuerzas armadas de Tel Aviv los que, como sujetos de la historia, en defensa de sus tierras ancestrales y de sus pueblos, asumen principios y valores eternos de la condición humana. Mas esa gesta heroica no debe llevar a conclusiones sentimentales simplistas.

En primer lugar las generalizaciones no facilitan la comprensión de la tragedia iniciada con la creación del Estado de Israel como hecho colonial, patrocinado por el imperialismo británico bajo la presión de los lobbies sionistas. Hezbollah y Hamas difieren mucho, con la peculiaridad de que los dirigentes del primero son mucho más permeables al dialogo y a la cooperación con las fueras y organizaciones marxistas.

Pero sería un error no trazar la frontera entre el nacionalismo de los movimientos islamistas que son el pulmón de la resistencia, y una opción orientada a transformaciones sociales de contenido revolucionario.

La gran mayoría de los dirigentes de Hezbollah y de Hamas no luchan para abolir el capitalismo e implantar el socialismo.

Pocos pueblos en el mundo contribuyeron tanto como el de los antepasados de los libaneses al establecimiento de relaciones comerciales entre sociedades distantes. Es suficiente un paseo por cualquier ciudad libanesa para que la enorme densidad de pequeñas tiendas transmita al visitante un mensaje: la propiedad privada tiene en el país raíces milenarias y su defensa asume para los propietarios un carácter sagrado. Les surge como razón de existencia.

La contradicción apuntada estuvo presente en la diversidad de posiciones de los delegados extranjeros que fueron a Beirut a expresar su solidaridad con los palestinos y libaneses en lucha contra Israel. Por la tribuna desfilaron chiitas y sunitas, ortodoxos, catolicos, comunistas, marxistas sin partido, socialdemócratas, intelectuales conservadores que creen en la humanización del capitalismo.

EN LAS TIERRAS DE LA FRONTERA SUR

Casi todo en Líbano presenta la marca de la excepcionalidad. En un área de 10 400 kilómetros cuadrados viven más de 4 millones de personas, la mitad de las cuales en la capital.

Cuatro quintas partes de la población se concentran en las planicies de la delgada faja costera. El Líbano mediterráneo me pareció casi como una infinita avenida marginal donde las ciudades se encadenan en una cortina urbana solamente interrumpida aquí y allí por platanares, pomares y huertas.

Tuve la oportunidad de subir al Norte hasta Byblos, la antigua ciudad fenicia donde fue reformado el primer alfabeto fonético creado en la vecina Ugarit, prodigiosa conquista, que vendría a abrir al progreso de la humanidad un rumbo entonces inimaginable.

En excursión promovida por los organizadores del Forum un grupo de extranjeros, sobre todo europeos, descendió hasta el Sur del país. En Tiro, milenaria ciudad-estado-fenicia, hoy patrimonio de la humanidad, son aún visibles heridas de los bombardeos del 2006. Se reconstruyo todo lo que era susceptible de reconstruir, con el dinamismo peculiar del pueblo libanés. Más la memoria de la onda vandálica que afecto todo el Sur permanece bien viva en las personas que vivieron aquellos días horrorosos.

En Canan, la aldea de las bodas famosas donde, según la Biblia, Jesús transformo el agua en vino, escuchamos de algunos moradores, viejos y jóvenes, relatos del ataque aéreo que arraso una casa aislada, matando a todos, principalmente niños y jóvenes, los que allí se habían refugiado. Los retratos de las víctimas, próximo de los túmulos con los nombres grabados en la piedra, y el fragmento de una bomba recuerdan la matanza.

“Ellos sabían que no había fuga posible”, escuche de una vecina, testigo de la masacre. “Fue todo premeditado y rapidísimo. Ellos son monstruos con rostro humano”.

A medida que descendíamos hacia el Sur, en una zona montañosa, verifiqué con alguna sorpresa que, distanciadas de pequeñas aldeas, surgían en laderas desnudas y áridas bellas casas aisladas, de dos pisos. Me informaron que son residencias vacacionales de familias generalmente ricas, de Beirut. El suelo es allí muy pedregoso, pero alrededor se esas casas sus propietarios crearon tierra fértil donde el verde de minúsculas huertas y pomares suaviza la dureza del paisaje. Muchas fueron destruidas, pero los dueños volvieron a levantarlas en el pedregal.

Pasamos por un puesto militar de la llamada fuerza de paz de la ONU. Pero no ví allí un solo soldado.

Caminando por una carretera de tierra desde la aldea de Aita Al-Shaab, llegamos a una plataforma elevada sobre un valle muy verde donde pasa la frontera.

La quietud de la tarde luminosa, la belleza agreste del lugar y el silencio de la naturaleza estimulaban la imaginación. La idea de la violencia surge ahí como una aberración. Pero la guerra fue muy real. Una guerra repugnante.

Las conversaciones se animan, las historias se cruzan, evocadas por narradores que soportaron la lluvia de misiles que afectaban sus aldeas y veían las bombas caer del cielo sobre el caserío.

Un amigo francés pregunto a un dirigente local de la resistencia si encontraba correcto definir la política exterior del Estado de Israel como fascista. La respuesta fue inmediata y afirmativa. Y prosiguiendo fue más explicito:

“La gente de esas aldeas no usa un lenguaje ideológico para decir lo que piensa de la agresividad del sionismo en su fase actual. Pero Israel con sus crímenes, sobre todo a partir de la invasión del 2006, transformó en un sentimiento de odio muy generalizado sentimientos de aversión y miedo que eran inseparables de la esperanza de una coexistencia muy difícil, pero no imposible.

Aquí en la frontera, vivimos la ocupación de estas tierras del Sur durante años. Estamos frente a las colinas del Golán y sabemos lo que significa para nuestros hermanos sirios la humillación resultante de la ocupación de esa parte del país.

Hoy nadie cree en la paz, tenemos conciencia de que los EEUU son íntimos aliados de Israel. Obama va a cambiar de discurso, y a hacer muchas promesas, pero es todo retorica. Ya comenzó mal con el discurso sobre Jerusalén 'indivisible'”.

Una joven activista, presumiblemente de Hezbollah, intervino en la conversación:

“En mi país se creyó en la paz hasta la invasión, hace dos años. Después abrimos lo ojos y comprendimos. Hoy sentimos orgullo por haberlos derrotado militarmente. Se creían invencibles, pero nuestros combatientes los barrieron al avanzar. Sus tanques fueron detenidos a pocos kilómetros de la frontera por todos lados.

Bonita, desinhibida, se cubría la cabeza con un velo negro, pero respondió sin hesitacion a los temas abordados. Le pregunté si Hezbollah contaba con el apoyo de la mayoría de la población.

“No hay estadísticas, evidentemente. Pero pensamos que el 60% apoya la Resistencia, más de la mitad incondicionalmente y que apenas un 10% adoptan una posición crítica y creen que Líbano no volverá a ser atacado. Y note esto: tal vez 20% de los cristianos simpatizan con Hezbollah, no obstante ser un movimiento chiita ortodoxo.

“¿Y sobre Palestina ve alguna salida para su pueblo?” –pregunte.. Por motivos de seguridad, obviamente no le pedí que se identificara.

“La tragedia de Gaza, que supera en horror todo lo que conocíamos de barbarie sionista, confirmó lo que Hamas ya sabía. Israel tiene como objetivo estratégico inconfesado concretar la aspiración de los fundadores del Estado hebreo que nació bañado en sangre. El discurso de Tel Aviv sobre la paz es un disfraz hipócrita. La multiplicación de colonatos en Cisjordania es reveladora de sus intenciones. Ellos pretenden a través del terror expulsar a los palestinos de su tierra. En Gaza volvieron a utilizar armas prohibidas por convenciones internacionales, como las bombas de fosforo. Continúan sembrando odio. La complicidad de Occidente con esa criminal política nos hiere profundamente. Las grandes cadenas de televisión justifican la agresión israelita como respuesta a los cohetes lanzados por Hamas. Es monstruoso el paralelo. Los cohetes palestinos destruyeron media docena de casas y mataron a tres personas. Ellos ya mataron más de 1300 personas y están arrasando Gaza...”

El desahogo de la joven me hizo recordar una extraña escena de la que yo fuera testigo en la víspera. Un grupo de niños dibujo en el suelo del gran atrio del Centro de la UNESCO, sede del Forum de solidaridad, un mapa de Palestina antes de la partición, escribiendo encima una frase: “Toda la tierra del mal hasta el rio es de los palestinos”. Decenas de personas, al pasar en frente, se arrodillaban y firmaban su nombre.

Israel, con su escalada de barbarie, estimula el radicalismo palestino.

FUTURO BRUMOSO


Cuatro días después del inicio del cese al fuego, tuve oportunidad en Beirut Sur, en el Centro de Investigación Social y Económica, de hablar ampliamente con dirigentes del movimiento revolucionario. Todo allí es provisional porque la sede anterior fue destruida hace dos años durante un bombardeo.

Me impresiono la serenidad, el nivel cultural y el conocimiento de la Historia antigua de esos dirigentes, presentados en la Unión Europea como terroristas.
Todos evidenciaban una educación esmerada. Registré que respondían cortésmente a las preguntas que los extranjeros formulaban, pero en vez del banal apretón de mano, colocaban el brazo derecho en el pecho y saludaban, sonriendo, como una venia.

Uno de ellos revelo una intimidad tan grande con las cuestiones ligadas a la guerra que admitió ser un cuadro militar. Quise saber lo que pensaba de la posibilidad de una tregua duradera.

“El cese al fuego antes de la toma de posesión de Obama era una certeza para nosotros. Todo fue acordado con la Administración Bush, con el aval del presidente electo. Hasta el silencio de éste antes de tomar posesión. Pero el diluvio de comentarios y de especulaciones de los medios europeos y norteamericanos en estos días esconde una realidad muy incómoda para Washington y Tel Aviv. Israel no alcanzo ninguno de los objetivos de la agresión. Sembró la muerte en la Franja de Gaza y destruyo infraestructuras fundamentales lanzando a la miseria aquella sufrida población. Pero Hamas salió fortalecido. Y su prestigio aumentó no sólo en la Franja y en el Margen Occidental, sino en todo el mundo musulmán. Algunos de los túneles destruidos (antes eran casi un millar) ya fueron reabiertos. No olvidar también que hasta el cese al fuego los combatientes de Hamas continuaron lanzando cohetes sobre el territorio de la potencia agresora.

“El gobierno de Olmert creyó que obtendría una victoria fácil y rápida bombardeando la Franja e invadiendo después. Pretendía restaurar el mito de su invencibilidad, abollado por la derrota del 2006. Pero la previsión fue desmentida. El coraje del pueblo de Gaza y la fibra de los patriotas de Hamas le infligieron en otro contexto una nueva derrota. No hacemos previsiones sobre los desenvolvimientos políticos de la situación. Pero Israel exhibió el rostro hediondo del sionismo expansionista con tamaña arrogancia que millones de personas, creemos, comenzaran a percibir en decenas de países que Tel Aviv miente sin pudor alguno cuando afirma desear la paz. La solidaridad de los pueblos es ahora más que nunca necesaria para nuestros hermanos palestinos y también para el pueblo del Líbano. El fanatismo sionista, y su racismo, la imposición del apartheid sólo encuentran precedentes en el III Reich nazi.”

¿Y qué va a pasar? – le pregunte al despedirme.

“No somos adivinos. Pero el movimiento de la Historia es lento. En él las décadas cuentan a veces poco. Estados que en determinadas épocas se imaginaban con vocación para durar siglos, desaparecen de repente, inesperadamente, en situaciones de crisis imprevisibles. Israel, por su ambición ilimitada, por la irracionalidad de una estrategia de violencia criminal puede, sin tomar conciencia, estar abriendo la sepultura para el Estado-nación creado artificialmente hace 60 años en Palestina. Una nueva diáspora judía no es una imposibilidad.”

***

Hoy, cuando escribía este articulo, Israel rompió el cese al fuego y volvió a bombardear Gaza. No recibí la noticia con sorpresa. Recordé palabras del médico palestino Eyad Sarraj, pronunciadas en una entrevista al periodista Alexandre Lucas Coelho.

Ese hombre declaró creer durante años en una solución pacifica para Palestina. Los horrores de Gaza, donde él y su familia, vivieran día y noche durante tres semanas bajo las bombas de Tel Aviv, lo llevaron a cambiar de opinión. Es en la resistencia donde ve ahora la dignidad de su pueblo. En Israel identifica hoy un caso de “dolencia patológica de paranoia”. Llegó a la conclusión de que el Estado Sionista “es el mal sin fronteras”.

El original de este articulo se encuentra en www.odiario.info
Serpa, 28 de Enero de 2009
Traducido para La Haine por Genaro Sotelo