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"El reto de la economía cubana es producir lo que se necesita y producir con eficiencia"


Lisandra Fariñas Acosta y Dalia González Delgado
Cubahora

Entrevista al periodista cubano Ariel Terrero

En las páginas de la centenaria revista Bohemia hay un periodista que exige las "cuentas claras". Así decidió nombrar su columna. Temas álgidos unas veces, polémicos otras, dan sentido a una sección cuyo punto de convergencia está anclado en la economía cubana. Ariel Terrero es un hombre agudo. Y con esa agudeza expone para Cubahora algunos de sus criterios.

¿Cuál es su visión como periodista, sobre la presencia de temas económicos en la prensa cubana?

Insuficiente. Creo que hoy precisamente estamos viviendo un momento especial, muy difícil y tenso de la economía cubana y de la economía mundial, que requiere para las personas, en primera instancia, mucha información, para que tengan al menos la mínima idea de lo que está pasando. Muchas veces no se tiene noción de la coyuntura económica que vivimos y creo que esa falta de claridad tiene que ver con muchos elementos, no solo con la falta de información, pero sin dudas este es fundamental. Otros elementos que intervienen se relacionan con la estructura propia de la economía cubana y otros influyen directamente en que a la gente le sea menos urgente, o no, determinado acceso a las noticias. Sin embargo, no es suficiente y lo cierto es que las personas necesitan la información, la piden y la buscan.

Entonces, ¿es un reto para los periodistas cubanos?

Es un reto del sistema de la prensa cubana. Creo que se están abriendo alternativas al sistema de información en la sociedad en general, pero no se reflejan en gran medida dentro del sistema de la prensa.

¿Qué entiende por cultura económica de un país?

Cultura económica es saber, percibir, deducir, lo que está ocurriendo en tu país, tu entorno, y hablo de entorno a escala internacional, para poder comprender, sobre todo, los fundamentos económicos de lo que está pasando hoy. Hay estructuras y políticas de la sociedad cubana que propician que las personas no tengan urgencia para conocer y entender determinados aspectos de la economía.

Ya lo planteaba Fidel en el discurso que dio en el Aula Magna de la Universidad de la Habana, el 17 de noviembre de 2005, cuando le preguntó a unos estudiantes cuánto gastaban en la bodega y el total del importe de electricidad, y ninguno supo responder con exactitud ¿Por qué puede pasar esto si en todo el mundo, cuando tú hablas con un europeo o un latinoamericano, sabe con exactitud cuánto gastó en agua, alimentación o en un crédito?

En Cuba hay elementos que propician este desconocimiento. En mi opinión, pudiera ser un exceso de protección de nuestro Estado sobre la sociedad, que no te obliga a esforzarte para protegerte a ti mismo. Aquí juega un papel importante saber cómo va la economía, cómo se comportan los precios, y cómo vas a administrar los recursos disponibles.

Tienes la garantía de que te va a tocar por la libreta de abastecimiento determinada cantidad de productos, y te tocan. El precio es irrelevante, no es el factor que más incide en la cuenta doméstica del hogar promedio cubano. Entonces no te importa si el precio del arroz de la cuota esta en el mercado mundial de una manera o de otra, porque ese precio en la bodega no se mueve, aunque fluctúe internacionalmente.

Cultura económica es saber hablar sobre tarifas y precios, entender las lógicas de movimiento del mercado, conocer qué cambió de un año a otro y por qué, entender qué puede pasar el presente año, si en el mundo está ocurriendo una crisis económica con determinadas características, tener conocimiento de esa crisis, a qué responde y cuáles pueden ser sus consecuencias. Eso es cultura económica.

Un tema muy controvertido en la agenda económica cubana es el de la productividad y el salario. La relación entre estos factores debe ser proporcional. Se dice que un aumento del salario y el nivel adquisitivo cubano promedio dependen del incremento de la producción. Sin embargo, incrementar la producción necesita un estímulo. ¿Ha reflexionado sobre cómo salir de este escollo?

Uno no se puede sentar a la mesa a comer si no cocina primero, esa es la clave de todo. Si no se prepara, si no se crea riqueza, no puedes distribuirla. Bajo ese principio es que tiene que equilibrarse el problema de la productividad y el salario.

Muchas veces se priorizan determinados sectores en busca de una salida económica coyuntural, y se dejan de la mano otros. ¿Cree que la prioridad económica actual está plenamente en correspondencia con la cultura productiva del país?

Si tienes en tu casa un ingreso de 100 pesos y además un montón de necesidades acumuladas, debes priorizar qué es lo que vas a comprar con ese dinero. Por lo tanto, no se trata de dejar algo de la mano. Si lo más urgente era pagar un medicamento, un alimento o anticipar algo específico, las demás cosas necesariamente se quedan.

Pasa igual a escala de la economía. Quien gobierna un hogar tiene que decidir dónde pone el dinero. Igualmente, quien gobierna un Estado, sea Cuba o cualquier otro país, tiene que priorizar en qué invierte.

A veces, con un nivel de recursos muy limitados y tienes que invertir en determinados sectores para que sirvan, como se ha dicho, de locomotora al resto de la economía. En los primeros años de la actual década, por ejemplo, se analizó cuál era el sector con más perspectivas; se determinó que era el turismo y se priorizó. Otros quedaron en el camino como la industria azucarera, por una parte ya no rentable, unido a los precios del mercado mundial que no justificaban seguir invirtiendo y gastando en este sector, por lo que había que reestructurarla. Se cerraron los centrales que ya no eran eficientes o productivos, y se fueron haciendo determinados ajustes a la economía.

Ahora pasa algo similar. Estamos haciendo una inversión fortísima en la industria farmacéutica —con la biotecnología primero—, después con los laboratorios y las plantas de producción. Esto es una prioridad que se asumió con mucha luz larga, porque al principio no se veían los beneficios a corto plazo, como sí sucedió con el turismo. En este último, invertías en un hotel que el próximo año ya te iba a reportar ingresos. Mientras, cuando se invierte en la biotecnología, se piensa en el futuro.

Ya hoy se ha convertido en el segundo exportador de bienes del país detrás del níquel, por delante del tabaco, el azúcar y de producciones tradicionales. Eso es en cuanto a la exportación de bienes, porque en cuanto a ingresos en general están por delante el turismo y los servicios profesionales.

Hace ya varios años Fidel vaticinó que nuestra economía sería una economía de servicios. Dentro de los acuerdos del ALBA, ¿el papel de Cuba es aportar servicios a la vez que recibe a cambio bienes materiales?

Cuba es una economía de servicios desde hace tiempo. El turismo, por ejemplo, es un sector de servicios, y es el primero de la economía cubana. Esto da una idea del cambio radical que ha experimentado la economía del país en relación con el año 1989, cuando el 70 por ciento de los ingresos provenían de la industria azucarera y la agricultura.

Hoy eso se ha invertido, el turismo se ha ido por delante, aunque también tenemos los servicios de alto valor agregado, no solamente la medicina, sino muchos más que reportan ingresos al país. Aunque la economía cubana sea de servicios, eso no significa que se vaya a encerrar en ese camino. Se trabaja en desarrollar otras producciones como las de la industria y la agricultura. Cuando se dice que un país tiene determinada economía no es porque sea el único sector que explota.

Dentro de las misiones internacionalistas, la salud, por ejemplo, se coloca como una nueva columna económica en la nación. ¿Cree que el futuro de la economía cubana podría estar en la llamada "economía del conocimiento"?

Ese nombre se le ha dado, sobre todo, a economías europeas, a Estados Unidos y a Japón, que han apostado a dominar lo que llaman el know how de las tecnologías, el conocimiento, las patentes, toda la propiedad industrial.

Ellos instalan la industria en el Tercer Mundo, donde es más barata la fuerza de trabajo. Sin embargo, la tecnología la crea, la administra y la explota el Primer Mundo. La clave de poder económico es dominar todo ese conocimiento. Es eso lo que reporta las ganancias.

Cuba está en el camino hacia la economía del conocimiento. Hay economistas que han teorizado y reflexionado sobre este tema, por las características que tiene una sociedad que desde que triunfó la Revolución se dedicó a la alfabetización, formación de técnicos, ingenieros, licenciados, en los más diversos terrenos. Tenemos un enorme capital humano, que nos permite exportar servicios en cualquier campo. De ahí la tesis de que evolucionamos en ese sentido.

Teniendo en cuenta las características de la economía cubana, ¿hasta qué punto se minimizan en la Isla los efectos de la crisis económica mundial?

Lo que puede contribuir a minimizar o a atenuar los efectos de la crisis, es la forma o la estructura de una economía centralizada, el hecho de que es una economía de propiedad estatal, donde el Estado puede maniobrar y utilizar con inteligencia los recursos que en otros lugares están dispersos.

Ahora en Europa y en Estados Unidos el gobierno está interviniendo en la economía, creando bancos estatales, o sea, buscando soluciones que impliquen una participación directa del gobierno. El hecho de que Cuba tenga una estructura económica diferente, le da la posibilidad de emplear con más precisión los recursos que son limitados.

Esto es muy importante en una coyuntura que nadie sabe hacia dónde va. Aunque sí creo que esas economías saldrán de la crisis. No me parece que este sea el fin del capitalismo, más bien quizás tengan que reestructurar y cambiar las reglas del juego, pero hasta ahí.

Para finalizar, ¿cuáles son a su juicio los principales retos que enfrenta la economía cubana?

Sencillamente, producir lo que se necesita y producir con eficiencia.



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