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AHORA SOMOS CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA

sábado, 12 de septiembre de 2009

DE AHORA EN ADELANTE SOMOS PARTE DE CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA, UN ESPACIO MÁS AMPLIO DONDE SEGUIREMOS DESARROLLANDO EL HUMILDE TRABAJO QUE SE REALIZÓ EN SOCIALISMO EN LA RED

ESTA ES NUESTRA NUEVA DIRECCIÓN:

http://construccion-socialista.blogspot.com/

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En defensa de la propuesta de Ley Orgánica de Educación

miércoles, 12 de agosto de 2009



En estos 10 años de Proceso Bolivariano, la educación ha sido una de las principales prioridades en la inversión social impulsada por el gobierno revolucionario de Hugo Chávez. Una prueba de ello, es haber superado el 7% del PIB en inversión a la educación, recomendación del PNUD para superar las metas del milenio en materia educativa.

En este sentido, desde que se prohibió el cobro de matrícula en las instituciones educativas públicas, el índice de escolaridad en todos los niveles se ha incrementado de forma importante, por lo cual son cientos las nuevas instituciones educativas (entre simoncitos, escuelas y liceos) que se han construido en esta década.

Por otro lado, las misiones educativas, han significado a partir de su creación, la superación de una enorme deuda social heredada de la IV República, hecho reconocido por diversas instituciones internacionales donde destaca la UNESCO. La Misión Robinson significó la alfabetización de más de 1,5 millones de compatriotas, y la culminación de estudios primarios de cientos de miles de venezolanos y venezolanas. La Misión Ribas ha implicado la prosecución de estudios de bachillerato, a miles de compatriotas que fueron excluidos por las políticas antipopulares de la oligarquía. Gracias a la Misión Sucre y la Misión Cultura, la educación superior se ha masificado como nunca antes, iniciándose un proceso de municipalización de la misma.

También el Proceso Bolivariano por medio de la apertura de nuevas universidades y el aumento de las matrículas de otras ha convertido a Venezuela en el segundo país del continente con respecto a la proporción de estudiantes de educación superior, especial mención merecen la creación de la UBV, los convenios Cuba-Venezuela y la expansión de la UNEFA, la UNESR, la UNELLEZ, entre otros.

Un hecho que ha permitido disminuir en todos los niveles el fenómeno negativo de la deserción escolar, ha sido las políticas de becas y ayudas impulsadas por el gobierno revolucionario. Gracias a los incentivos económicos dados en las Misiones Educativas y al programa de becas de FUNDAYACUCHO, los venezolanos y las venezolanas, sobre todo los de más escasos recursos, han podido proseguir con sus estudios.

Pero además de estas políticas y el desarrollo de infraestructuras educativas, un hecho que ha permitido el avance de nuestra educación en los últimos tiempos, ha sido la mejora sustancial de la situación económica nacional, porque las mejores acciones para disminuir la deserción escolar es el aumento del poder adquisitivo de los sectores populares y la disminución del desempleo, de esta manera nadie (sobre todo niños y adolescentes) tiene que dejar de estudiar para ir a trabajar.

Sin embargo, pese a estos importantes avances en materia educativa, el Proceso Bolivariano no ha podido adelantar cambios más profundos, debido entre otras cosas, a la carencia de una legislación que esté a tono con los principios establecidos en la Constitución Bolivariana del año 99 y en el Proyecto Nacional Simón Bolívar. Aun hoy, después de 10 años de gobierno revolucionario, sigue vigente la Ley Orgánica de Educación (LOE) promulgada en 1980.

Las diversas coyunturas políticas vividas durante esta última década y el hostigamiento de la oposición han postergado un debate hoy afortunadamente en curso, la discusión en torno a una nueva Ley Orgánica de Educación. Esta discusión es vital, porque a partir de la promulgación de la misma podrán discutirse leyes más específicas como la Ley especial de educación básica o la Ley especial de educación superior.

En un proceso revolucionario debe transformarse de forma profunda la educación, porque la misma es uno de los principales factores de reproducción ideológica. Una revolución no puede desarrollarse en el tiempo, si la educación sigue reproduciendo los valores de la vieja sociedad.

La educación es uno de los espacios fundamentales donde debe desarrollarse el Hombre Nuevo y la Mujer Nueva, de lo contrario les estaremos dejando a los enemigos de la revolución el terreno educativo, lo cual se traducirá en un retroceso histórico tarde o temprano.

Por esta razón, la discusión que hoy se está dando en torno a la nueva LOE, está movilizando a distintos sectores de la oposición que quieren evitar a toda costa la promulgación de la misma. La derecha y el imperialismo están conscientes de la importancia de la educación para el mantenimiento del status quo. Nuevamente están utilizando los viejos argumentos de las amenazas a la patria potestad, a la religión, a una educación plural sin “ideología”, a la autonomía universitaria.

De igual forma, las fuerzas del proceso nuevamente han demostrado su incapacidad en materia comunicacional y propagandista, por lo cual su táctica sigue siendo el defensismo, dejándole la iniciativa a la derecha. Esto es peligroso, porque se podría dilatar nuevamente la promulgación de la nueva LOE si la oposición logra movilizar importantes sectores de la sociedad, por eso las fuerzas revolucionarias están obligadas a elevar sus niveles de movilización para respaldar esta iniciativa tardía de la Asamblea Nacional.

En la propuesta de LOE aprobada en primera discusión en la AN, encontramos importantes contribuciones que permitirán adecuar todo nuestro sistema educativo al actual ordenamiento constitucional, y por otro lado legitimará institucionalmente ciertas políticas extraordinarias que ha impulsado en materia educativa el Proceso Bolivariano, principalmente nos referimos a las Misiones Educativas.

Entre los aspectos que debemos resaltar presentes en la propuesta de LOE, destacan los siguientes:

1. Un nuevo marco filosófico-político que permite el desarrollo de nuevos principios y valores pertinentes para la construcción de una nueva educación: liberadora, crítica, humanística, orientada al desarrollo nacional y a la suprema felicidad social.

2. Reafirmación del rol del Estado Docente como garante de preservar a la educación como derecho humano universal y deber social fundamental, inalienable. En este sentido está asegurada la gratuidad de la educación hasta el nivel de pregrado universitario.

3. Los entes rectores en materia de educación garantizarán el desarrollo y óptimo funcionamiento de las misiones educativas.

4. Incorporación de los actores del Poder Popular a la gestión de la educación, teniendo en cuenta el principio de la corresponsabilidad social. En este sentido se promueve la Contraloría Social en materia de políticas educativas.

5. Se establece de forma nítida, el carácter laico de la educación, lo cual implica la no intervención de la iglesia en el sistema educativo público. Este principio favorece a las minorías religiosas y sectores no creyentes históricamente vejados por el catolicismo hegemónico. Por otro lado este principio reserva a la familia la orientación religiosa.

6. La equidad de género es enunciada como principio que garantiza la igualdad de condiciones y oportunidades en el acceso a una educación de calidad e integral a todos y todas durante toda la vida.

7. Se establecen controles a los Medios de Comunicación para que estos sean partícipes de la formación de la población, por medio de una programación educativa. En este orden se prohíbe la incitación del odio en los espacios educativos y en los medios de comunicación.

8. Las empresas tanto públicas como privadas están obligadas a dar todas las facilidades para promover la unión del estudio y el trabajo. Por otro lado están obligadas las empresas públicas y privadas de la construcción, ha edificar instituciones educativas de calidad.

9. Los Consejos de Estudiantes son establecidos como las nuevas organizaciones en las cuales debe agruparse el estudiantado para fortalecer la democracia participativa y protagónica en el seno de las instituciones educativas.

10. Se democratiza la vida interna de las instituciones educativas, con la incorporación en la Comunidad Educativa y en la Comunidad Universitaria del personal obrero y administrativo. De ahora en adelante obreros y empleados podrán tener mayor protagonismo y participación en la definición de las políticas en las instituciones educativas.

11. La autonomía universitaria es asumida y respetada en todos sus ámbitos de acuerdo a lo enunciado en la constitución nacional. Pero se establecen unos controles que relativizan la autonomía administrativa, a través del órgano contralor interno, la contraloría social y la vigilancia que ejerce el Estado. Esto es de suma importancia, porque hasta ahora las universidades se han constituido en cajas negras (debe recordarse que el presupuesto de la universidades autónomas es en algunos casos superior al de ciertas gobernaciones), donde los recursos se despilfarran y enriquecen a unas pocas familias profesorales mafiosas.

12. La carrera docente y la estabilidad laboral de los profesionales de la educación está plenamente garantizada y reafirmada, tanto en las instituciones públicas como en las privadas.

Por estas razones el pueblo venezolano debe movilizarse para apoyar la promulgación de una nueva Ley Orgánica de Educación, que será a todas luces más democrática, más participativa, más avanzada que la LOE anterior.

Desenmascaremos las nuevas mentiras que está usando la derecha y el imperialismo para torpedear esta nueva iniciativa del Proceso Bolivariano.

La propuesta de LOE debe discutirse en todos los espacios con la clase trabajadora, las mujeres, la juventud. Todo el pueblo debe asumir esta propuesta legislativa contribuyendo con su difusión y desarrollo.


Construcción Socialista, Juventud SurVersiva, Género con Clase, Insumisas, Socialismo en la Red


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América Latina: Trabajadores del sector energético en época de crisis

domingo, 19 de julio de 2009


James Petras Rebelión

Traducido por Andrés Prado para Rebelión.org

La situación del sector energético en América Latina está determinada por correlaciones tanto internas como externas de fuerzas políticas, el nivel de organización de clase y poder dentro de las clases trabajadoras y dominantes, la situación de la economía mundial y la fuerza y debilidad del imperialismo estadounidense. La “situación del sector energético” hace referencia a diversas variantes en términos de propiedad, volumen económico y distribución de las ganancias dentro de la estructura clasista.

Correlación de fuerzas internas y externas

La correlación de fuerzas entre capitalistas y trabajadores en el sector energético en América Latina varía ampliamente: en Venezuela el Gobierno de Chávez, con el apoyo del sindicato de los trabajadores del petróleo, ha incrementado la propiedad pública y ha distribuido las ganancias del petróleo entre las clases populares mediante subsidios alimenticios, sanidad para todos y programas públicos de educación. En el otro extremo se encuentra Colombia en la que, bajo el Gobierno de Uribe, las compañías privadas extranjeras de petróleo están aumentando su control, los beneficios son repatriados a los países imperialistas o sacados del país por la élite doméstica y las ganancias del gobierno subvencionan a la oligarquía, y a escuadrones de la muerte apoyados por el gobierno y al ejército para asesinar y amenazar a líderes sindicales y sociales.

Entre estos dos polos de la izquierda nacionalista y la derecha neofascista existen otras cuantas variantes: socialdemócrata, social liberal y neoliberal.

Bolivia y Ecuador, con Evo Morales y Rafael Correa, representan el enfoque social democrático. Proponen “sociedades” entre el “Estado” y compañías capitalistas extranjeras de petróleo, que compartan los beneficios de la explotación de crudo. Las compañías extranjeras controlan todavía la mayor parte, si no todo, del refinamiento y del comercio y el gobierno social democrático tiene todavía que establecer sus propios “sistemas de marketing”.

Las políticas “social liberales” las encontramos en Brasil y Argentina donde las compañías petrolíferas mayores son del Estado sólo nominalmente pues son comercializadas en los mercados de bolsa en Latinoamérica y Wall Street. Las ganancias del Estado son distribuidas en una proporción desigual: la mayor parte usada para subvencionar el sector agro mineral y la parte menor para financiar programas sociales- incluidos programas básicos contra la pobreza.

Las políticas neoliberales las encontramos en México y Perú donde compañías petrolíferas anteriormente pertenecientes al Estado se han transferido a compañías extranjeras de petróleo y energía. En México, sólo la militancia del Sindicato Mexicano de Electricistas ha impedido que el Gobierno privatizara esta industria estratégica. Bajo los regímenes neoliberales las ganancias energéticas y del petróleo se han distribuido casi exclusivamente entre las clases dominantes extranjeras y locales y sólo han quedado unas pocas migajas para los trabajadores, los campesinos y las comunidades indígenas en la forma de programas de “pobreza de subsistencia”. Los regímenes neoliberales desinvierten y desvalijan las empresas públicas, disminuyendo su cuota de producción y dejándolas con deudas, tecnología obsoleta y una capacidad en declive para satisfacer obligaciones de ultramar.

El Impacto del boom económico y la recesión global (2003-2009)

La actuación y propiedad del sector energético se ven influenciados por la lucha de clases interna, la situación de la economía mundial y la ascensión y caída del imperialismo estadounidense. La crisis del neoliberalismo y las revueltas populares entre 1999 y 2005 cerraron la primera fase de privatización a gran escala en muchos países de Latinoamérica. El derribo de los gobiernos de De la Rua en Argentina, Sánchez de Losado en Bolivia y Noboa y Gutiérrez en Ecuador, la derrota de los golpistas en Venezuela (abril 2002) y el encierro de los jefes (la huelga del petróleo) (diciembre 2002-febrero 2003) llevó a los movimientos radicales de masas a establecer una nueva agenda: la renacionalización del sector energético, del petróleo, del sector eléctrico, de la minería y de otros sectores estratégicos.

Sin embargo las revueltas populares no llevaron, con la excepción de Venezuela, a gobiernos de trabajadores y campesinos. En su lugar, alianzas de centro izquierda de orientación de clase media con las clases populares llevaron a algunas reformas parciales. En Bolivia Evo Morales aumentó el rol del Estado en su sociedad con 42 compañías de gas y petróleo de propiedad extrajera. Kirchner montó una compañía estatal pero se negó a renacionalizar Repsol YPF en Argentina. En Ecuador Correa incrementó los impuestos a las compañías petrolíferas pero las compañías multinacionales extranjeras todavía producen el 57% del petróleo. En Brasil Lula rechazó renacionalizar las empresas privatizadas- y la mayoría de las participaciones de Petrobras siguen en las manos de los inversores privados.

La mayor lucha contra la explotación de las compañías mineras y de energía en Perú, Colombia, Ecuador y Chile la llevaron a cabo los movimientos indígenas, en algunos casos apoyados por trabajadores del petróleo y organizaciones de campesinos. La razón está clara: las compañías energéticas no estaban simplemente explotando a la mano de obra, estaban destruyendo sus economías y condiciones de vida mediante la contaminación masiva del medio ambiente y el embargo de sus tradiciones.

En Brasil la promoción a gran escala y a largo plazo de inmensas plantaciones multinacionales de azúcar y refinerías que producen etanol desplazó a miles de pequeños granjeros y comunidades indígenas e intensificó la explotación de los trabajadores del campo. El movimiento de los trabajadores rurales sin tierra (MST) y otros movimientos sociales del campo, aliados con Lula, se enfrascaron en luchas defensivas. Sin embargo, sin aliados urbanos, no pudieron con la combinación Lula-agro mercado.

Trabajadores urbanos y sindicatos

La principal fuerza motriz de las revueltas populares contra el neoliberalismo varía según los países y el momento.

En Ecuador los trabajadores del petróleo, la minería y las fábricas se unieron a los movimientos masivos de campesinos para deponer a Noboa al comienzo de la década. En Argentina los parados y la clase media lideraron la lucha en el derrocamiento de De la Rua. En Venezuela los trabajadores del petróleo se dividieron entre una minoría que apoyaba el encierro de los jefes y una mayoría que tomó el control y operó los pozos en apoyo del Presidente Chávez. Sin embargo, a lo largo de la década, los trabajadores del sector energético se han organizado y militado en defensa de su sector económico, oponiéndose a la privatización y protegiendo sus estándares de vida mediante lucha de masas. Pero su presencia en las revueltas populares ha sido escasa. En muchos de los casos los líderes de los sindicatos de la energía han apoyado a los regímenes de centro izquierda para asegurarse concesiones salariales y trabajo seguro. En el mejor de los casos estos sindicatos se han unido en manifestaciones de solidaridad con la lucha masiva de los campesinos, indígenas y parados.

Paradójicamente la fuerte y militante organización de los sindicatos de la energía ha llevado a ganancias económicas y reformas del sector, que han llevado a su vez a la creación de islas altamente segregadas de afluencia entre una masa de pobres rurales y urbanos. La pasada década ha sido testigo del declive de los trabajadores de la energía como vanguardia de las revueltas populares: otras clases han ocupado su lugar. Esto ha dado lugar a un peligro de carácter estratégico porque, en el transcurso de privatizaciones a gran escala del sector de la energía, los trabajadores fracasarán en asegurarse el apoyo del resto de la clase trabajadora y los campesinos.

Mientras que la explotación del petróleo en el Amazonas crea “trabajos para trabajadores del petróleo”, destruye la forma de vida de las comunidades indígenas y da comienzo a un conflicto entre compañías petrolíferas y sus trabajadores contra la masa de artesanos, pequeños granjeros y comunidades indígenas dependientes de la ganadería, la pesca y la artesanía, próximas a las operaciones mineras y de petróleo.

La recesión mundial y el sector energético


La crisis mundial no se puede resolver solamente con huelgas y protestas. Incluso la renacionalización no puede, por sí misma, crear las bases para una recuperación nacional. La única alternativa que enfrentan los trabajadores del sector energético es una “revolución cultural y política” interna en la que se replanteen su estrategia básica y vayan más allá de las luchas sectoriales.

La actual recesión profunda y prolongada sólo puede ser afrontada a nivel político nacional mediante un giro hacia la formación de una alianza política amplia y de masas con las clases populares, con una estrategia para ganar poder estatal. A las puertas del colapso del capitalismo, la lucha sindical ya no es efectiva. Los sindicatos sólo pueden tener éxito dando un giro decisivo hacia los movimientos anticapitalistas- un giro hacia una aceptación explícita del socialismo.

Hoy día, la totalidad de la clase capitalista se ha apoderado del control del Estado, especialmente de la Hacienda estatal, para financiar su supervivencia y recuperación a expensas de los trabajadores, los campesinos, los indígenas y los pobres urbanos. Según la crisis se hace más profunda, la rebelión de la masa rural y urbana romperá de nuevo los lazos de la burguesía hegemónica. Se elevará la pregunta: ¿serán los trabajadores de la energía parte de una solución socialista o serán parte del problema capitalista? ¿Volverán a ser los trabajadores de la energía parte de la vanguardia o seguirán siendo parte de la retaguardia? Lo que está absolutamente claro es que los trabajadores de la energía ocupan una posición estratégica en el sistema capitalista mundial- sin petróleo nada se mueve, sin electricidad los banqueros no pueden contar sus beneficios y los inversores no pueden leer sus pagos de dividendos.

El sistema capitalista nunca ha demostrado en su totalidad hoy día, en la vida real, que es un sistema fallido- ni produciendo bienes y servicios ni proveyendo crédito y financiación ni dando trabajo.

La famosa frase de Kart Marx me viene a la mente: “Un fantasma está acechando a la clase capitalista: el advenimiento de la revolución socialista”.

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Presentado en una sesión plenaria de la reunión internacional de trabajadores del sector de la electricidad en México organizada por el Sindicato Mexicano de Electricistas. (SME) Julio 2009.

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La derecha contrataca


Immanuel Wallerstein La Jornada

La presidencia de George W. Bush fue el momento de mayor arrasamiento electoral por parte de los partidos de centro-izquierda en América Latina en los últimos dos siglos. La presidencia de Barack Obama corre el riesgo de ser el momento de la venganza de la derecha en América Latina.

La razón bien puede ser la misma: la combinación de la decadencia del poderío estadunidense con la continuada centralidad de Estados Unidos en la política mundial. Al mismo tiempo, Washington es incapaz de imponerse por sí mismo y todo mundo espera que entre al terreno de juego en el bando de ellos.

¿Qué fue lo que ocurrió en Honduras? Hace mucho que este país es uno de los pilares más seguros de las oligarquías latinoamericanas: tiene una clase dominante arrogante y sin arrepentimiento, guarda vínculos cercanos con Estados Unidos y es el sitio de una importante base militar estadunidense.

En las últimas elecciones, Manuel (Mel) Zelaya fue electo presidente. Siendo un producto de las clases dominantes, se esperaba que continuara jugando el juego en la forma en que los presidentes hondureños lo han jugado siempre. En cambio, inclinó sus políticas hacia la izquierda. Emprendió programas internos que en verdad hicieron algo por la vasta mayoría de la población: se construyeron escuelas en áreas rurales remotas, se aumentó el salario mínimo, se abrieron clínicas de salud. Comenzó su periodo apoyando el tratado de libre comercio con Estados Unidos, pero dos años después se unió al ALBA, la organización de Estados que creó el presidente Hugo Chávez. El resultado fue que Honduras obtuvo petróleo barato procedente de Venezuela.

Luego propuso la celebración de un referendo para saber si la población pensaba que era buena idea revisar la Constitución. La oligarquía gritó que éste era un intento de Zelaya para cambiar las leyes y hacer posible que él accediera a un segundo periodo. Dado que se preveía que la consulta ocurriera el día en que su sucesor fuera electo, ésta es claramente una razón inventada.

¿Por qué entonces escenificó el ejército un golpe de estado con el respaldo de la Suprema Corte, el Congreso hondureño y la jerarquía católica? Dos factores confluyen aquí: su visión de Zelaya y su percepción de Estados Unidos. En los años treinta, la derecha estadunidense atacó a Franklin Roosevelt como "traidor a su clase". Para la oligarquía hondureña, eso significa que Zelaya, "un traidor a su clase", es alguien que debería ser castigado como ejemplo para otros.

¿Y qué pasa con Estados Unidos? Cuando ocurrió el golpe, algunos comentaristas de la izquierda vociferante en la blogósfera le llamaron "el golpe de estado de Obama". Esto no atina al punto de lo que ocurrió. Ni Zelaya ni sus simpatizantes en la calle, ni tampoco Chávez o Fidel Castro, tienen esa visión tan simplista. Todos ellos notan la diferencia entre Obama y la derecha estadunidense (líderes políticos o figuras militares).

Parece claro que la última cosa que el gobierno de Obama quería era este golpe de estado. Ha sido un intento por forzarle la mano. Sin duda esto recibió aliento de figuras clave de la derecha estadunidense como Otto Reich (el cubano-estadunidense y ex consejero de Bush) y el International Republican Institute.

Desde que ocurrió el golpe de estado en Honduras, Obama, constreñido entre dos posturas fuertes, no hace sino ganar tiempo haciendo guiños a unos y a otros sin asumir una actitud clara.

Seamos testigos de algunas de sus aseveraciones más desorbitadas. El ministro de Relaciones Exteriores del gobierno golpista, Enrique Ortez, dijo que Obama era un "negrito que no sabe nada de nada". Hay alguna controversia de qué tan peyorativo es el término "negrito" en castellano. En cualquier caso el embajador estadunidense protestó tajantemente ante el insulto. Ortez se disculpó por su "desafortunada expresión", y se le cambió a otro puesto en el gobierno. Ortez concedió una entrevista a la televisión hondureña diciendo: "No tengo prejuicios raciales, me gusta el negrito del batey que está presidiendo Estados Unidos."

Sin duda, la derecha estadunidense es más cortés pero no menos denunciatoria de Obama. El senador republicano Jim DeMint, la diputada republicana cubano-estadunidense Ileana Ros-Lehtinen, y el abogado conservador Manuel A. Estrada, todos han insistido en que el golpe estuvo justificado porque no fue un golpe de Estado, sino justamente una defensa de la Constitución hondureña. Y la blogger derechista Jennifer Rubin, publicó un texto el 13 de julio titulado: Obama está mal, mal, mal respecto a Honduras. Su equivalente hondureño, Ramón Villeda, publicó una carta abierta al presidente estadunidense el 11 de julio, donde decía que: "No es la primera vez que Washington se equivoca y abandona, en momentos críticos, a un aliado y amigo".

La derecha hondureña hace su juego buscando ganar tiempo, hasta que el periodo de Zelaya termine. Si logran su objetivo, habrán ganado. Y la derecha guatemalteca, la salvadoreña y la nicaragüense observan por los costados, y ya les pican las ganas de comenzar sus propios golpes de estado contra sus gobiernos que no son ya de derecha.

Es posible que la derecha gane las elecciones este año y el año entrante en Argentina y Brasil, tal vez en Uruguay y Chile. Tres analistas importantes del Cono Sur han publicado sus explicaciones. Atilio Borón habla de la "futilidad del golpe". El sociólogo brasileño Emir Sader dice que América Latina enfrenta una encrucijada: "La profundización del antineoliberalismo o la restauración conservadora". El periodista uruguayo Raúl Zibechi titula su análisis La irresistible decadencia del progresismo.

Zibechi piensa que las débiles políticas de Lula, Vázquez, Kirchner y Bachelet (Brasil, Uruguay, Argentina y Chile) han fortalecido a la derecha (que avizora adoptando un estilo Berlusconi) y dividieron a la izquierda.

Pienso que hay una explicación más directa y simple. La izquierda llegó al poder en América Latina debido a la distracción estadunidense y a los buenos tiempos económicos. Ahora enfrenta una distracción continuada, pero los tiempos económicos son malos y comienzan a culparla porque está en el poder, aunque hay poco que puedan hacer los gobiernos de centro-izquierda respecto a la economía-mundo.

¿Puede Estados Unidos hacer algo acerca de este golpe de Estado? Por supuesto. Primero, Obama puede oficialmente etiquetar el golpe como un golpe de Estado. Esto podría disparar una ley estadunidense que le cortara toda la asistencia de Estados Unidos a Honduras. Puede cercenar las continuadas relaciones del Pentágono con los militares hondureños. Puede retirar al embajador estadunidense. Puede decir que no hay nada qué negociar en vez de insistir en la "mediación" entre el gobierno legítimo y los líderes golpistas.

¿Por qué no hace todo eso? Es muy simple, también. Tiene al menos otros cuatro super puntos pendientes en su agenda: la confirmación de Sonia Sotomayor en la Suprema Corte; un desbarajuste continuado en Medio Oriente; su necesidad de pasar la legislación de salud este año (si no es en agosto, en diciembre); y de repente una presión enorme por abrir las investigaciones de los actos ilegales del gobierno de Bush. Lo siento, pero Honduras tiene el quinto lugar en la lista.

Así que Barack Obama no asume una actitud clara. Y nadie quedará contento. Zelaya puede ser restaurado en el cargo, pero tal vez sólo tres meses a partir de ahora. Demasiado tarde. Pónganle atención a Guatemala.

Traducción: Ramón Vera Herrera

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Al papa le hace falta un poco de marxismo


Leonardo Boff | Para Kaos en la Red

La nueva encíclica de Benedicto XVI Caritas in Veritate del 7 de julio último es una toma de posición de la Iglesia ante la crisis actual. El conjunto de las crisis que afectan a la humanidad y que conllevan amenazas severas sobre el sistema de la vida y su futuro, pediría un texto profético, cargado de urgencia. Pero no ha sido eso lo que hemos recibido sino una larga y detallada reflexión sobre la mayoría de los problemas actuales, que van desde la crisis económica al turismo, de la biotecnología a la crisis ambiental, y proyecciones sobre un Gobierno mundial de la globalización. El género no es profético, «el cual supondría un análisis concreto de una situación concreta» que posibilitaría emitir un juicio sobre los problemas a la vista en forma de denuncia-anuncio. Pero no está en la naturaleza de este papa ser profeta. Él es un doctor y un maestro. Elabora el discurso oficial del Magisterio, cuya perspectiva no viene de abajo, de la vida real y conflictiva, sino de arriba, de la doctrina ortodoxa que esfuma las contradicciones y minimiza los conflictos. La tónica dominante no es la del análisis, sino la de la ética, la de lo que deber ser.

Como no analiza la realidad actual, extremadamente compleja, el discurso magisterial permanece principista, equilibrista y se define por su indefinición. El subtexto del texto, lo no dicho en lo dicho, remite a una inocencia teórica que inconscientemente asume la ideología funcional de la sociedad dominante. Se nota ya al abordar el tema central ―el desarrollo― tan criticado hoy por no tener en cuenta los limites ecológicos de la Tierra. De esto la encíclica no dice nada. Su visión es que el sistema mundial se presenta fundamentalmente correcto. Lo que existen son disfunciones, no contradicciones. Ese diagnóstico sugiere la siguiente terapia, semejante a la del G-20: rectificaciones y no cambios, mejorías y no cambio de paradigma, reformas y no liberaciones. Es el imperativo del maestro: «corrección»; no el del profeta: «conversión».

Al leer el texto, largo y pesado, acabamos pensando: ¡qué bien le vendría al papa actual un poco de marxismo! Éste, a partir de los oprimidos, tiene el mérito de desenmascarar las oposiciones presentes en el sistema actual, sacar a la luz los conflictos de poder y denunciar la voracidad incontenida de la sociedad de mercado, competitiva, consumista, nada cooperativa e injusta. Ella representa un pecado social y estructural que sacrifica millones en el altar de la producción para el consumo ilimitado. Esto debería denunciarlo proféticamente el papa. Pero no lo hace.

El texto del Magisterio, olímpicamente por fuera y por encima de la situación conflictiva actual, no es ideológicamente «neutro» como pretende. Es un discurso reproductor del sistema imperante, que hace sufrir a todos especialmente a los pobres. No es cuestión de que Benedicto XVI lo quiera o no lo quiera, sino de la lógica estructural de su discurso magisterial. Por renunciar a un análisis crítico serio, paga un alto precio en ineficacia teórica y práctica. No innova, repite.

Y ahí pierde una enorme oportunidad de dirigirse a la humanidad en un momento dramático de la historia, a partir del capital simbólico de transformación y de esperanza contenido en el mensaje cristiano. Este papa no valora el nuevo cielo y la nueva Tierra, que pueden ser anticipados por las prácticas humanas, solamente conoce esta vida decadente, y por sí misma insostenible (su pesimismo cultural), y la vida eterna y el cielo que vendrán. Se aleja así del gran mensaje bíblico que tiene consecuencias políticas revolucionarias al afirmar que la utopía terminal del Reino de la justicia, del amor y de la libertad sólo será real en la medida en que se construyan y se anticipen, en los límites del espacio y del tiempo histórico, tales bienes entre nosotros.

Curiosamente, haciendo abstracción de nociones fideístas recurrentes («sólo a través de la caridad cristiana es posible el desarrollo integral»), cuando se «olvida» del tono magisterial en la parte final de la encíclica, habla de cosas sensatas como la reforma de la ONU, la nueva arquitectura económico-financiera internacional, el concepto de Bien Común del Globo y la inclusión relacional de la familia humana.

Parafraseando a Nietzsche: «¿cuánto análisis crítico es capaz de incorporar el Magisterio de la Iglesia?»

Leonardo Boff

http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=337

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BREVES APUNTES SOBRE EL DESARROLLO DEL PROYECTO NACIONAL SIMON BOLÍVAR 2007-2013 (PNSB): ALGUNAS DIFICULTADES A SALVAR.

martes, 14 de julio de 2009


Jaime Corena P.

A continuación miramos la coherencia de la directriz IV del PNSB con la teoría socialista y algunas medidas del liderazgo de la revolución para desarrollarla.

COHERENCIA DE LA DIRECTRIZ IV

La directriz IV del PNSB (rubricado por el Presidente Chávez) es coherente con la propuesta socialista original y está sujeta al desarrollo actual de la teoría socialista, que a nuestro juicio expresa muy bien el trabajo de Mészáros en su obra Más Allá del Capital. La directriz reza:

“Con el fin de lograr trabajo con significado, se buscará la eliminación de la división social, de la estructura jerárquica y de la disyuntiva entre la satisfacción de las necesidades humanas y la producción de riqueza subordinada a la reproducción del capital”.

COHERENCIA CON LA TEORÍA ORIGINAL.


Precisamente en la Ideología Alemana, Marx y Engels (página 43, tomo I, El Perro y la Rana, 2007, Caracas), apuntan que la posibilidad de que no caigan en choque dialéctico fuerte (contradicción antagónica) las actividades materiales y espirituales, el disfrute y el trabajo, la producción y el consumo (asignadas a diferentes individuos), reside solamente en que vuelva a abandonarse la división social del trabajo (subrayado nuestro).

Es claro entonces que la búsqueda de la eliminación de la división social del trabajo y su orden jerárquico, según el PNSB, tiene sentido originario. Pero surge una pregunta: ¿En las condiciones concretas de profundización de la Revolución Bolivariana de Venezuela y en su actual contexto internacional y regional, cómo dar pasos progresivos en esa dirección? La revolución soviética poco o nada pudo hacer al respecto y la china hasta ahora no muestra resultados a destacar.


COHERENCIA CON LA TEORÍA SOCIALISTA ACTUAL.

En Más Allá del Capital, Mészáros, (página 851, Vadell Hermanos, Caracas-Valencia, 2001), precisa a tono con la idea originaria:

“DADO que el objetivo de la emancipación socialista es la superación radical de la división social jerárquica del trabajo heredado, importa muchísimo cómo pueden las formas de mediación material transicionales emprender de manera efectiva la tarea de reestructurar el marco metabólico de la sociedad postrevolucionaria”.

A esa forma de mediación material transicional es que nos referimos cuando preguntamos por los pasos a dar para avanzar en este objetivo emancipatorio. El estado actual de la respuesta a esta pregunta es una tarea que el liderazgo de la revolución, el Consejo de Ministros, el Buró del PSUV y la Asamblea Nacional deben abordar con apoyo en la más amplia participación de los (as) trabajadores (as).

A juzgar por lo que vemos, en las relaciones sociales que todavía se reproducen en las empresas que podemos decir que hacen parte del área de la economía socialista, son muy pocas las huellas que hasta ahora se marcan en dirección a la búsqueda de eliminar la división social del trabajo y su orden jerárquico. El viejo orden cultural del capital, aún domina la gestión empresarial. Y en la organización del trabajo en las instituciones de la República Bolivariana de Venezuela, la cosa tampoco ha cambiado mucho (casi ninguna de estas ha elaborado un plan para avanzar en la directriz IV). Ello, pese a que desde diciembre de 2006 el presidente Chávez llamará a construir la economía socialista.

Como elementos de la mediación material transicional que genera conciencia y formación socialista de masas y de cuadros están, a nuestro juicio y entre otros (sobre los hombros de la propiedad social y/o comunal):

• La aprobación por asamblea del trabajo de los presupuestos de las empresas y su aplicación.
• La definición participativa de costos, precios, excedentes y distribución de estos últimos.
• La introducción participativa de nuevos productos para satisfacer necesidades humanas y del país.
• La conformación participativa del cuadro de dirección de la empresa y la elección por votación directa y secreta de la gerencia.
• El desarrollo científico tecnológico, la calidad y la productividad por medio de unidades de investigación y desarrollo participativas.
• La acreditación y potenciación del saber adquirido por experiencia laboral en la empresa y en convenio con universidades.

Si estos elementos, y otros relevantes, no se empiezan a incorporar a la vida de las empresas, se convierten en dificultades a salvar y (hasta ahora hay poco al respecto en la Revolución Bolivariana); sino superamos estas dificultades pudiese ocurrir lo que Mészáros advierte (página 851 obra citada):

“Porque un fracaso en la progresiva puesta bajo control de las fuerzas que continúan reproduciendo los inicuos parámetros estructurales de la toma de decisiones jerárquica legada por el pasado, condena al proyecto socialista, en el mejor de los casos, al estancamiento si no a la recesión y la involución”.

De estas fuerzas reproductoras del pasado si que hay mucho en los ministerios de la economía y en algunas empresas nacionalizadas. Debatir sobre su influencia en el retardo de la aplicación de la directriz IV del PNSB es una tarea que los socialistas no debemos eludir.

CHÁVEZ DA SEÑALES DE DESARROLLO DE LA DIRECTRIZ IV DEL PNSB.

En lo que va corrido del año 2009, en especial en el segundo trimestre, el presidente Chávez, en actos en Guayana y La Costa Oriental del Lago ha hecho tres anuncios transcendentales de su gobierno en relación con el desarrollo de la directriz IV del PNSB:

• Todas las empresas nacionalizadas en Guayana serían parte de un subsistema de construcción socialista (complejo empresarial obrero de vanguardia), a cuyo interior se establecerían relaciones sociales socialistas acorde con ciertos apuntes que al respecto habían hecho los mismos trabajadores en un evento, cuyo acto de cierre hizo el propio presidente.
• Podrían elegirse los gerentes de las empresas de ese complejo por votación directa, previa definición de normas que impidan la reproducción de poderes grupales perniciosos.
• Una gran parte de los excedentes, producidos por los trabajadores de las empresas nacionalizadas que prestan servicios a PDVSA en la Costa Oriental del Lago, podrían ser distribuidos según prioridades de desarrollo social, por los consejos de trabajadores de esas empresas y los consejos comunales de ese territorio.

Ojala esas medidas anunciadas por el presidente, sean parte del debate (3R) que sobre construcción socialista debe desarrollarse en el PSUV, en los ministerios que dirigen la economía y en la Asamblea Nacional. Y por consiguiente entre los productores libremente asociados de bienes y servicios.

Son medidas que de sostenerse en el tiempo y generalizarse apuntarían a que el trabajo (directivo-operativo) participe de la toma de las decisiones fundamentales de las empresas y el conjunto de la economía y siente algunas de las bases de la irreversibilidad de la revolución. De esta forma Chávez empieza a apostar sustancialmente por lo que Mészáros (página 851 obra citada) precisa:

“….seguirá siendo igualmente cierto que en un sentido muy profundo el patrón de medición de los logros socialistas es hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático (es decir, verdaderamente no jerárquico en su modo de operación en todas las esferas) de control social y autogestión general. Por consiguiente, no hay forma de que las opiniones de un pensador socialista acerca de la división del trabajo resulten prescindibles”.

Las medidas materiales de la mediación transicional, para completar la democratización de la política, la economía y la producción de los conocimientos en la construcción socialista, deberían traducirse en el desarrollo de empresas de propiedad social y /o comunal de alta productividad y calidad, de tal manera que progresivamente por parte del trabajo mismo se muestre que el socialismo es superior al capitalismo en todas las esferas de la actividad humana, y que por tanto haya que controlar de forma social consciente (aprendizaje social o de masas convertido en costumbre) la reproducción metabólica del capital (su división social del trabajo y su orden jerárquico). Esto último no implica en los estadios actuales de la construcción socialista en el marco ALBA, eliminar responsabilidades individuales en los trabajos directivos u operativos, pero sí que el trabajo en su conjunto asuma progresivamente (no por cuenta gotas) la toma asamblearia de las decisiones políticas y económicas fundamentales.

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Por qué leer a Julio Antonio Mella

lunes, 13 de julio de 2009



Julio César Guanche
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I.- Julio Antonio Mella nació el 25 de marzo de 1903 en Cuba. En la mayor de las Antillas sucedía el primer experimento neocolonial a nivel planetario: conservó el estatuto de país dominado a favor de una metrópoli y fue laboratorio para estructurar en el siglo xx la condición más general del desarrollo capitalista dependiente. En su ámbito familiar, Mella nació como hijo «bastardo» de la relación extramatrimonial entre un sastre acaudalado, Nicanor Mella Breá, y la joven irlandesa Cecilia McPartland Diez. Su abuelo paterno fue general de las luchas por la independencia de Dominicana. Ninguno de estos datos es gratuito para comprender la formación de su personalidad: conoció la discriminación de los hijos «naturales», siendo un adolescente pudo viajar en primera clase, recorrer geografías, quiso y hubiese podido estudiar en México, fue el estudiante mejor vestido de la Universidad de La Habana al tiempo que el mayor promotor de la reforma universitaria; fue señalado por algunos como mestizo pero fue admitido en clubes exclusivos para blancos; creció bilingüe a la escucha de las historias de próceres independentistas latinoamericanos y del eco, débil en la voz de la madre, de las luchas sociales irlandesas; trabó amistad, por vía familiar, con Eusebio Hernández, veterano de la guerra de independencia cubana y después insigne profesor universitario; fue discípulo del poeta, periodista y político mexicano Salvador Díaz Mirón, se formó políticamente en el seno de un pujante movimiento obrero, bajo hegemonía anarcosindicalista, en un país con presencia significativa de proletariado urbano y con los agudos problemas propios del campo subdesarrollado, pudo llamar «Maestro» a un anarcosindicalista antisectario como Alfredo López, uno de los pocos que podía dialogar y reconocer a los «enemigos fraternos», los comunistas; forjó su ideario democrático y socialista en la lucha contra una dictadura y contra la opresión neocolonial, en medio de la emergencia de las vanguardias artísticas, del movimiento estudiantil, del femenino y del obrero propiamente dicho, vio sufrir a su esposa mientras su hija dormía en la tapa de una maleta de viaje, sostuvo una relación personal y política muy intensa con una artista de vanguardia y combatiente internacionalista como Tina Modotti y conoció la brutalidad de las necesidades del exilio.

Esa amalgama le otorgaría importantes ventajas a Mella: leer los textos del marxismo en sus traducciones inglesas, cuando eran aún muy escasas en español; moverse entre diversos estratos sociales y contextos culturales, estar bien situado históricamente para comprender la trama revolucionaria de la independencia anticolonial cuando el marxismo vivía confusiones trágicas respecto a «lo nacional», introducir la estrategia política, inédita en Cuba, de movilizar a la nación a través de una huelga de hambre, hecho que le llegaba en su tradición irlandesa; combatir el sectarismo e imaginar alianzas políticas impensables para la corrección revolucionaria de su momento; ser dogmático y después superarse con tanta agilidad como hondura, comprender el legado de la esclavitud y formular las reivindicaciones de la racialidad como derechos ciudadanos, contribuir a convertir definitivamente el antingerencismo en antimperialismo, considerar el marxismo como una filosofía que no pretende inventar un mundo sino dar cuenta de la transformación del realmente existente, inaugurar un nuevo pensamiento sobre José Martí y sobre la tradición liberal revolucionaria cubana y un largo etcétera. Entre otras cosas por esto es útil leer a Mella: para comprender cómo elaboró una obsesión —la libertad—, y alcanzó una estrategia —el socialismo.

2.- Julio Antonio Mella es uno de los principales exponentes de la generación fundadora del marxismo latinoamericano. Sin embargo, en 2009 la puerilidad de algunas de sus tesis inspira compasión. Mella repitió con entusiasmo escolar varias de las posiciones del pensamiento positivista y determinista que pasó durante décadas como «marxismo soviético». En particular, siguió la ruta del determinismo que confiaba el futuro a las reglas inexorables de la historia: «El desenvolvimiento de la historia está determinado por las fuerzas de producción, por el juego fatal de las fuerzas económicas».[1] Se equivocó a gritos en la comprensión sobre la cuestión indígena, asumiendo posturas del marxismo prohijado por Stalin, en una célebre polémica con Víctor Raúl Haya de la Torre. Comprendió de modo esquemático el perfil de los intelectuales y de su función en una política revolucionaria, y reclamó «deberes» del intelectual respecto a la cuestión social con un lenguaje y un tono que hoy producen, por lo menos indiferencia, después de haber causado pavor. Su pensamiento contiene varias contradicciones sin solución. Habiendo sido separado de la dirección de los dos partidos comunistas en los que militó, el cubano y el mexicano, siguió defendiendo el concepto del «partido de vanguardia», inspirado en la socialdemocracia kaustkiana, y continuado en parte por el leninismo, que comunica desde un afuera ideológico —la vanguardia, la elite, el líder, el jefe— la conciencia política a las masas y subordina todo el desarrollo de estas al ritmo y al perfil del movimiento de esa vanguardia, al tiempo que defendió la praxis como la única fuente de la conciencia revolucionaria. Después de considerar la fábrica, a la manera de Gramsci, como «el dinamo generador de la energía industrial, social y política» de la Revolución, «la parte […] fundamental del laboratorio donde se prepara la sociedad comunista»[2], y de haber elogiado los consejos obreros, y la propia forma sovietista como la manera de organizar el régimen del trabajo, agrega que «la reorganización de una fábrica socialista nada tiene que envidiar, en cuanto a perfección técnica y administrativa, a esas maravillas de la industria estadounidense» y que «toda la perfección industrial del capitalismo se la ha asimilado el primer Estado socialista».[3] Por ese camino, terminará en la loa a la planificación regida por el Consejo Supremo de Economía de la URSS, «regulador nacional de la producción, guardián celoso de las necesidades del pueblo, de cuánto hay que producir y de qué hay que producir».[4] Sin saberlo, Mella repetía la misma idea que garantizó por décadas dos victorias esenciales para el imaginario capitalista: a) que la organización económica, «racional, científica y eficiente», del capitalismo es un instrumento técnico al servicio de la economía, y no el expediente de la normalización reproducida cotidianamente por el orden de poder capitalista, y b) la tesis de la planificación como «celosa guardiana» de las necesidades del pueblo, que deviene, en ausencia de participación popular, planificación burocrática y garantía del poder burocrático. Aún cuando, en la estela marxiana, Mella produjo análisis más complejos que otros autores de su tiempo sobre las clases medias y el campesinado —más allá de la falsa dicotomía entre «burgueses contra proletarios»—, redujo toda la diversidad social a una estrecha comprensión clasista. Mella visitó la Unión Soviética en 1927, cuando esta vivía ya intensas contradicciones, y graves tragedias, y terminó escribiendo un panegírico culpable de leso candor, como si no hubiese tenido noticias allí más que de un mundo feliz. Tómese en cuenta, solo por el ejemplo, este párrafo: «En la URSS un centenar de nacionalidades libertadas del yugo zarista entran en el pleno desarrollo de todas sus facultades artísticas, a la par que de las económicas y políticas y nos enseñan la contribución que el genio nacional de esos pueblos aporta a la futura y heterogénea civilización internacional socialista».[5] Pero el líder revolucionario cubano murió asesinado por Gerardo Machado sin cumplir los 26 años de vida y apenas pudo dejar, en muchos casos, las intuiciones geniales de quien con bastante probabilidad hubiese alcanzado una síntesis entre José Martí y Antonio Gramsci, entre Rosa Luxemburgo y Augusto César Sandino. Por esto, es importante leer a Mella: para comprender muchas de las «enfermedades infantiles», incluso de lo más avanzado del primer marxismo latinoamericano.

3.- Julio Antonio Mella comprendió lo esencial del marxismo: «la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos». Este es su desideratum: encontrar en la autonomía de la persona, y en la independencia de la organización revolucionaria, el recurso de la libertad. «Si lo producís todo, producid en fin, vuestra liberación y la de todos los oprimidos».[6] Es esencial comprender las magnitud de este aserto de Mella: la tradición preponderante en el socialismo existente hasta hoy ha sido la del «socialismo desde arriba», con el culto permanente al Estado y con la presencia omnisciente de las figuras esclarecidas, y los grandes líderes conductores de masas —lo que fue camuflado por el marxismo soviético con los rótulos del «Estado Popular» y el «papel de la personalidad en la historia». Mella combate la realidad de enajenación política que representa el Estado, en el sentido que tiene en la obra de Marx —estrictamente contrario a la forma en que lo comprendió el Socialismo de Estado— cuando afirma: «¿El Estado? Solamente esos “ciegos” que no pueden ver lo que no les conviene pueden afirmar su libertad, su imparcialidad en la gran guerra social».[7] El joven líder revolucionario comprende que el desarrollo del movimiento socialista, como el «movimiento mismo» de los trabajadores, en paráfrasis de Rosa Luxemburgo, exige al menos tres condiciones: un partido que viabiliza y coordina la lucha, pero que no la «dirige» como una entidad «superior» del movimiento; un aparato estatal que reconozca la asociatividad obrera resultante de la lucha; y el desarrollo expansivo, por independiente, del movimiento socialista. A este socialismo «desde abajo», único factible para sostener la libertad como trama continuada, le es imprescindible defender, siempre, lo que afirma Mella: «proclamar nuestra absoluta independencia de los valores consagrados, de las normas fosilizadas que dan la patente de “revolucionario”, de los maestros que se han atribuido en este siglo veinte, la vanidosa pretensión de ser pastores cuando ya nadie quiere ser rebaño».[8] «En los momentos presentes, quizás mejor que en cualquier otra ocasión, los oprimidos se dan cuenta exacta de esta verdad. Ya están comprendiendo que su emancipación solo podrá ser obra de ellos mismos. No más caudillismo, ora sea militar, civil o intelectual». […]. La masa explotada no se va a liberar ni por las espadas providenciales, ni por los licenciados eruditos, ni por los falsos intelectuales que se dicen profetas…».[9] Mella restituye hoy una pregunta esencial del marxismo: el para quién es la revolución, para quién es el socialismo: entiende que no se trata de liberar a unos para oprimir a otros, sino de liberar a unos como condición para liberar a los demás: a los trabajadores, a los excluidos del trabajo, a los empleados precarios, a los trabajadores informales, pero, en general, para encarar no solo las diferencias producidas por el lugar ocupado en el trabajo, sino todas las diferencias — las desigualdades— producidas por la explotación. Mella recuerda que el marxismo es una filosofía de la justicia: no trata sobre la pobreza, sino sobre las causas de generación de las condiciones de la pobreza: la ausencia de posibilidad de intervenir sobre ellas; como es por igual una filosofía de la libertad: no trata sobre seres más o menos pobres, ni más o menos ricos, sino sobre hombres y mujeres más libres. Por ello, es conveniente leer a Mella: para conservar su vigencia como pensador antimperialista, pero también para estudiarlo como un pensador de la democracia socialista.

4.- La comprensión de Mella sobre el antimperialismo es un núcleo duro de sus hallazgos, pero, en comparación, permanece yacente su pensamiento sobre la práctica democrática de la construcción socialista. Mella apenas usó la expresión «dictadura del proletariado». En ocasiones empleó el término muy contradictorio ideado por Lenin: «dictadura democrática de obreros y campesinos». Mella parece haber preferido la expresión «democracia proletaria», cuyo énfasis en la democracia antes que en la dictadura es evidente. La cuestión de fondo aquí consagrada es esencial: no hay en el marxismo una línea que defienda privar de derechos políticos a las fracciones revolucionarias en pugna —como ni siquiera la hay, en rigor, contra los derechos democráticos de la burguesía: la hegemonía revolucionaria debe resolverse, siempre, en la correlación de fuerzas a través de la construcción política. El diálogo de Mella con el liberalismo democrático es singular: está lejos de condenarlo en masa, y lo califica para distinguir sus usos políticos. En su etapa universitaria, describe al estudiantado de avanzada como «el elemento sano, joven vigoroso y liberal»[10], cuestiona a los «liberales utopistas» que creen en la posibilidad de la libertad en la sociedad actual, pero en abril de 1928, en plena madurez de su pensamiento, se refiere a la subversión que prepara como «necesaria revolución, democrática, liberal y nacionalista»[11]. El programa de la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC), organización fundada por los marxistas revolucionarios cubanos en el exilio mexicano y dirigida por Mella, es explícito en su ideario democrático: «abolición del régimen militar despótico hoy existente, y organización de la vida política sobre bases democráticas, garantías para el ejercicio de los derechos de reunión, asociación y libre emisión del pensamiento de palabra y escrito a todos los ciudadanos, sin distinción de clase social, ni credo; abolición de la pena de muerte, reforma del Código Electoral, que facilitase la reorganización de los partidos y la formación de otros nuevos, reforma democrática de la Constitución».[12] En su glosa sobre Martí, Mella explaya su concepción: «¿Qué hubiera dicho y hecho [Martí] ante el avance del imperialismo, ante el control de la vida política y económica por el imperialismo, ante las maniobras de este entre los nacionales, para salvaguardar sus intereses? Hubiera tenido que repetir su segunda estrofa sobre el error, ponerla en práctica: “no hay democracia política donde no hay justicia económica”, hubiera tenido que afirmar».[13] Mella comprende la conquista de un consenso social a favor de las prácticas del socialismo como un proceso que afirma paso a paso en los hechos el contenido de su promesa: «En política y en economía también como “dentro del cascarón de la sociedad actual se va formando la nueva”. Las cooperativas, los sindicatos, los partidos obreros, las escuelas proletarias, los editoriales revolucionarios, etc., son una demostración de la futura democracia proletaria».[14] O sea, deben serlo. Por ello es importante leer a Mella, para rearmar la teoría del socialismo con la necesidad de la «democracia sin fin», esto es, con la democratización permanente de la democracia.

5.- Cuando Mella afirma, con Bakunin y con Marx, que la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de sí mismos, entra en conflicto con el marxismo institucionalizado en su época. De esa tesis se desprende la necesidad de la independencia de la organización revolucionaria. Mella fue uno de los dirigentes principales del Partido Comunista de México (PCM) y, enfrentado al ala derecha de ese partido, fue denunciado como joven irresoluto y traidor en materia ideológica —o sea, acusado de trotskista. Sin ser seguidor abierto de Trostky, sostuvo dos grandes focos de tensiones con el PCM: el primero de ellos, alrededor de la cuestión obrera y sindical, y, el segundo, sobre su proyecto de preparar una insurrección armada que desembarcase en Cuba para la lucha armada revolucionaria contra Machado. Junto a Diego Rivera, defendió una política obrera frente al sindicalismo corrupto y entregado de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) que conseguiría de momento triunfar: obtienen de la Internacional Comunista la autorización para el nacimiento de la Confederación Sindical Unitaria de México, auténtica victoria de las bases revolucionarias obreras contra el sindicalismo «amarillo» hegemonizado por Luis N. Morones —a quien el decir popular llamaba Luis «Millones», por su vida de «líder proletario» millonario. No obstante, poco después Mella sería acusado por la derecha del PCM, que pidió su expulsión, del «crimen de trabajar contra la línea del partido» y fue destituido de su puesto en la dirección de ese partido. En esa atmósfera, el PCM negó todo apoyo a la insurrección en Cuba, en el contexto de una política soviética de no fomentar sublevaciones en el patio trasero de los Estados Unidos. Mella suspendió toda colaboración con el Partido y prosiguió con su proyecto, en contra, otra vez, de la teoría tenida por revolucionaria y de la política de la sacrosanta Internacional. En los cientos de páginas escritas por Mella no hay una sola mención a Stalin. Conocía por su viaje a la URSS, y por Andreu Nin durante su estancia en Moscú, y así de primera mano, sobre el conflicto entre Stalin y Trotsky y de los enfoques de la Oposición de Izquierda —que, dentro del bolchevismo y la defensa de la URSS, combatía la política de Stalin. Mella desmintió de modo oficial seguir sus tesis y negó afiliación alguna al trotskismo. Pero la acusación de serlo lo perseguiría tenazmente. Sin embargo, no hace falta rumiar sus textos para reivindicar sus avenencias con el fundador del Ejército Rojo, más allá de las menciones admirativas que le dedica siempre y los guiños a obras de Trostky aparecidos en varios de sus trabajos, pues esa admiración por Trotsky es la que siente, acrecentada, por Lenin: es la militancia en el marxismo revolucionario. De hecho, Mella criticaba con lucidez las deformaciones. Cuando Haya de la Torre intenta un juego malabar: «la emancipación de los latinoamericanos ha de ser obra de los latinoamericanos mismos», el líder cubano comprende que esta parodia cambia el sentido del ideal revolucionario y restituye el sentido: se trata de la emancipación de las naciones y de las personas: de los sujetos oprimidos y de las nacionalidades oprimidas.[15] Ante el colaboracionismo, estrategia y táctica del movimiento sindical mexicano organizado en la CROM, cuya filosofía cabe sintetizar en esta frase de Vicente Lombardo Toledano: «el movimiento obrero debe penetrar hasta en aquellas organizaciones que son instrumentos del capital para conquistar sus mejoras», Mella formula una pregunta que conserva toda vigencia: «¿Quién utiliza a quién?»,[16] para dilucidar el gran dilema de cómo deben relacionarse las organizaciones revolucionarias con el aparato institucional del sistema burgués. El debate sobre este punto alcanza posiciones extremas: desde la solución de desconexión hasta la de integración respecto al stablishment. La postura de Mella parece, en principio, prudente. «Nosotros somos partidarios de trabajar en las organizaciones susceptibles de revolucionarse, en todos los organismos que cuentan con masa obrera y campesina o elementos revolucionarios».[17] Mella recuerda que la estrategia revolucionaria pone condiciones, no férreos límites, que sirve al desarrollo de la práctica y no a la conservación de la «pureza» de la ideología, ese pretexto autoritario. El problema es más grave si el entorno político ofrece ventajas al movimiento sindical, como sucede con el tipo de gobiernos llamados «progresistas», que integran al sistema capitalista las demandas de clase y consiguen con ello desmovilizar las luchas obreras y confundir su perfil. La independencia de clase de la organización es el antídoto de Mella contra el desarme, por cooptación, del movimiento obrero, pero no ha de ser entendido como «sectarismo» de clase. De hecho, Mella se enfrentó a la política de «clase contra clase», preconizada por la Internacional Comunista e imaginó alianzas políticas claves para conseguir éxito en las condiciones del entramado social cubano: «Los comunistas de Cuba, sin fusionarse con el Partido Nacionalista [integrante de la oposición burguesa al dictador Machado], guardando la independencia del movimiento proletario[,] lo apoyarían en una lucha revolucionaria por la emancipación nacional verdadera, si tal lucha se lleva a cabo».[18] Mella no pierde la guía: lo que no se puede hacer es dejar a «la clase obrera aislada o entregada a las otras clases para [que] cuando las condiciones cambien —como ahora está sucediendo en México —, se encuentre huérfana y sin dirección».[19] Por ello, es necesario leer a Mella: para comprender que sin independencia política del Estado, y del sistema institucional, el movimiento socialista se convierte en el mendigo del Rey, sea el rey Sol o el Rey ciudadano.

6.- Mella aporta al marxismo clásico una fortaleza primordial para impugnar el eurocentrismo desde el cual se difundió en las primeras décadas del siglo xx y para permitirle comprender el mundo emergente de la dominación colonial: la idea y la práctica del nacionalismo revolucionario. En época de Mella, aún no se conocían en América Latina todos los textos de Marx sobre Rusia, la India e Irlanda, o de Lenin al abordar el Oriente, que años después permitirían una lectura sobre la interdependencia entre capitalismo y colonialismo y sobre la historia de las formaciones sociales no centrada en el Occidente capitalista como único instrumento del devenir civilizatorio. En tiempos de Mella los obreros «no tenían patria». La patria socialista de los trabajadores, o era el mundo, o era una invención burguesa. Según Mella, esta política se justificaba «por el hecho de que el socialismo es internacionalista y los obreros no tienen por qué luchar por la independencia de su país, sino de su clase nada más. Olvidan que para que la clase obrera se independice hay primero que emanciparse como nación».[20] Mella es quien primero se lanza en Cuba con gran densidad histórica y eficacia política en la reconstrucción, y la recuperación del concepto de patria, dicho con más exactitud del concepto de nación, para el socialismo, cuando para muchos Cuba era un país cuya primera aspiración era convertirse precisamente en nación. Mella recupera la tradición patriótica de las luchas por la independencia nacional del siglo xix y la fusiona con el ideal de la liberación social, en clave de la emancipación de la dominación clasista. Por ello, su lectura sobre Martí es tan original como beligerante: el proyecto no es sustituir «al rico extranjero por el rico nacional».[21] Mella afirma: «Toda Cuba es hoy un Baire. Más, para que el próximo “grito” no pueda ser traicionado, para que sea uno verdaderamente popular y democrático le añadimos el complemento de “Para los trabajadores”. Ya no será ¡Cuba Libre…! para los nuevos tiranos sino para los trabajadores. Quien se diga demócrata, progresista, revolucionario en el verdadero sentido que la respeta: ¡Cuba Libre, para los trabajadores! Esta es la única manera de aplicar los principios del Partido Revolucionario [Cubano, de José Martí] de 1895 a 1928».[22] Con esto, Mella alcanza comprensiones que servirán de base ideológica a las dos revoluciones sociales que Cuba experimentará después de su muerte: la de 1930 y la 1959: «La causa del proletariado es la causa nacional» y «solo la nueva revolución podrá liberar [a Cuba] del colonialismo».[23] Por ello es necesario leer a Mella: por ser un pensador anticolonial, es precursor de los debates de hoy sobre las nacionalidades oprimidas como sujetos de cambio político; por ser un pensador socialista, alcanza la síntesis que explica como cada elemento ha dejado de ser lo que era: el nacionalismo se comunica con el internacionalismo y la patria y la nación dejan de ser un proyecto oligárquico y blanco para convertirse en un proyecto popular y mestizo.

7.- Mella dirigió, desde el movimiento estudiantil, la reforma universitaria en Cuba a partir de 1922 y comprendió que su avance efectivo estaba ligado al devenir de una revolución social. Pasado el primer momento reformista, con reivindicaciones enfocadas hacia el ámbito universitario en particular, Mella afirma: «Lo que caracteriza la Revolución Universitaria es su afán de ser un movimiento social, de compenetrarse con el alma y necesidades de los oprimidos, de salir del lado de la reacción, pasar “la tierra de nadie”, y formar, valiente y noblemente, en las filas de la revolución social, en la vanguardia del proletariado».[24] Su pensamiento sobre la educación tiene una fijación: el monopolio de la cultura usurpa la posibilidad democrática, como su táctica sobre la revolución tiene otra obsesión: impedir que los contenidos de la revolución puedan aislarse unos de otros. Si se aíslan, como cepas de virus, son combatidos con minuciosidad. Si la reforma universitaria no transita hacia la revolución social, termina obteniendo, acaso, algunas ventajas corporativas sin alcanzar lo esencial que buscaba, si la revolución social no pasa por la reforma universitaria, la cultura se incomunica con el futuro. Mella piensa la organización escolar como una dimensión de la democracia y considera imprescindible: a) democratizar el acceso a la escuela, razón desde la cual crea la Universidad Popular José Martí, b) someter la organización escolar a las reglas del funcionamiento democrático que se aspira para la vida del conjunto social, y c) comprender que «la emancipación definitiva de la cultura y de sus instituciones no podrá hacerse sino conjuntamente con la emancipación de los esclavos de la producción moderna»[25], o sea, conjuntamente con la instauración del régimen del trabajo libre. Aquí hay un método para encarar políticas del presente. Mella seguía la costumbre de su época —lo sigue siendo de la nuestra— de valerse de atributos femeninos, como por igual de veladas referencias denigrantes hacia la homosexualidad, cuando polemizaba y buscaba calificar en negativo. Quien quiera reivindicar la dignidad de las diferencias, no encontrará siempre en él a un defensor, pero sí puede percibir una estrategia: la articulación entre las luchas y el flujo entre sus contenidos. Por ello, leer a Mella aporta una clave para enfocar un punto esencial de hoy: el socialismo, sin políticas hacia las diferencias, carece de estrategia para entenderse con la sociedad, pero las políticas de la diferencia, sino se encuentran con el socialismo, carecen de horizonte.

8.- Mella combatió, hasta costarle la vida, contra el sistema, pero también se alzó contra las dominaciones cotidianas —contra el poder del profesor en el sistema escolar, contra su propio padre por pagar salarios bajos a sus empleados—, como vivió también la rebeldía respecto a su propia militancia en organizaciones revolucionarias. Fue uno de los fundadores del Directorio de la Federación de Estudiantes de la Universidad de la Habana, después ocupó su presidencia y a poco se vio forzado a renunciar, acusado de autoritarismo, porque su radicalización y su creciente inmersión en el mundo del sindicalismo revolucionario, encontró fuerte resistencia en el movimiento estudiantil. Por otra parte, fue uno de los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba, y apenas unos meses después de su creación fue separado de él por protagonizar una huelga de hambre de 19 días, que lo llevó al borde de la muerte, sacudió al país, y alcanzó al continente, por la irresponsabilidad de sus actos «individualistas», «inconsultos» y carentes de «solidaridad clasista», según la calificación de su Partido. En ambos casos, Mella supo conservar la dignidad en la derrota. El joven líder consiguió, lejos de negar tres veces su nombre, emerger de esas batallas con las fuerzas de la consecuencia: entender que la disciplina no es sumisión y ser capaz de negociar desde principios sin olvidar que la política es cuestión de millones, como aprendió de Lenin. El revolucionario lo es también frente a las formas de la organización revolucionaria —por ello reconstruye el concepto de disciplina como lealtad—, el revolucionario «negocia» con la realidad, porque comprende el triunfo como la dialéctica entre la construcción de hegemonía y la captura del momento revolucionario: «Lo importante —decía Mella— no es pensar que vamos a realizar la revolución dentro de unos minutos, sino si estamos capacitados para aprovechar el momento histórico cuando éste fatalmente llegue. No es una lotería la revolución: es un pago a plazo fijo aunque ignorado el día exacto. Los rusos bolchevistas (sic), los cubanos del pasado siglo no tenían ninguna organización de masas actuando diariamente. Pero sí las células magníficas de los revolucionarios del momento oportuno».[26] Por eso, es útil leer a Mella: porque se aleja de la tradición blanquista, y de la cultura política del jacobinismo, como grupo conspirador o vanguardia iluminada que hace la revolución y después la distribuye como legado sagrado al pueblo, sino que entiende tanto la necesidad de la acumulación política como la de explotar de modo radical el momento de posibilidad revolucionaria.

9.- Mella comprendió bien la relación entre imperialismo y capitalismo. Usaba la expresión «imperialismo capitalista», para definir el proceso: el imperialismo no califica como un epifenómeno, un hecho secundario que continúa al principal sin influir sobre él, sino de una nueva fase del capitalismo, a la manera de Lenin. Por ello ambos términos son necesarios para explicar cada uno. Así, entrevió con lucidez la subordinación del desarrollo del capitalismo en Cuba al desarrollo del imperialismo en América Latina. Mella afirma: «En toda la América sucede igual. No se sostiene un gobierno sin la voluntad de los Estados Unidos, ya que el apoyo del oro yanqui es más sólido que el voto del pueblo respectivo. Hoy los pueblos no son nada, ya que la sociedad está hecha para ser gobernada por el dólar y no por el ciudadano. Hay que hacer la revolución de los ciudadanos, de los pueblos, contra el dólar»,[27] con palabras de gran resonancia en el discurso latinoamericano contemporáneo, que reivindica la necesidad de revoluciones ciudadanas, enfrentadas a la abolición de la política como cosa pública, a favor de su ejercicio privado —destructivo de la posibilidad de la libertad como hecho individual, social y nacional— a manos de los grandes intereses trasnacionales —o locales trasnacionalizados. Mella localizó los «males de Cuba en la estructura económica» y en la dependencia fatal de «una sola gran industria monopolizada por el capitalismo extranjero».[28] En consecuencia, el programa de Mella, a través de la ANERC, busca diversificar la propiedad y la producción: «el reparto de tierras a los campesinos pobres y a los colonos arruinados con el fin de crear una economía agrícola independiente y nacional».[29] Con este objetivo, patrocinaría «la cooperación en la producción, en la utilización de la maquinaria agrícola y en la venta de los productos» y la creación de un Banco Nacional de Refacción Agrícola, bajo el control de las mismas organizaciones campesinas. En todo momento, Mella refuerza la necesidad del control de los trabajadores sobre el proceso productivo: «participación directa y efectiva de las organizaciones de colonos y obreros en los organismos encargados de regular la producción de azúcar, con el fin de que las medidas que se tomen no se realicen, como ahora, solamente en favor de los grandes intereses azucareros a costa de los intereses del proletariado y del semi-proletariado»,[30] y promueve una legislación adecuada para la formación de una verdadera industria y comercio nacional independiente, a la vez que reclama revisar el Tratado Comercial con los Estados Unidos. La denuncia del imperialismo alcanza así al capitalismo y a la crítica de su visión civilizatoria. Mella se opuso con firmeza a la pena de muerte: «levantemos nuestro grito de protesta ante el terror que se inicia, ante la inútil severidad, ante el crimen cometido en nombre de la ley arcaica y contra los principios de la ciencia nueva».[31] Enfrentó con terquedad la discriminación racial y afirmó el lugar del negro en la sociedad y la historia cubanas, así como prefiguró algunas de las problemáticas que llegaron hasta nuestros días bajo el rótulo del «Quinto Centenario», en lo que respecta al papel de la explotación del indígena en el desarrollo del capitalismo y en lo que alude a la responsabilidad histórica de España con la colonización de América. Mella pensó que la revolución tecnológica por sí misma traería mayores posibilidades para la revolución social —sin analizar de modo más complejo cómo puede servir también para alejarla, como ha sucedido en el mundo capitalista occidental después de la Revolución francesa—, pero con ese criterio también escapa del sostenido desdén, proveniente de una vasta ignorancia y de la regimentación del saber, que mantuvieron muchas izquierdas hacia los desarrollos técnicos de su época. Quería con ello poner al socialismo en el curso de la revolución tecnológica y no a remolque de ella, sabiendo que el socialismo no puede ser la imagen del hombre ignorante del campo que mira embelesado el desarrollo, ajeno e incomprensible, de los seres mitológicos de la ciudad-civilización-capitalismo. Al mismo tiempo, defiende una política socialista del deporte que se opone al criterio de la competición mercantil como aniquilamiento físico del deportista mientras hace culto falsario a la salud del atleta. Por eso es importante leer a Mella, para situar el dominio imperialista en el campo más general, cultural, de la dominación capitalista y entender el mapa de su funcionamiento, y para recolocar los términos de «civilización y barbarie». En contra de la tradición que asocia Occidente y el capitalismo modernizador con la civilización, y a la barbarie con la tradición originaria del continente, Mella afirma que la civilización es el socialismo y su derrota es el triunfo de la barbarie capitalista: «El trabajador comprende cada vez más que entre él y la naturaleza hay un intruso que es preciso quitar de en medio: el capitalista»,[32] escribe con un eco profundo de la estela dejada por José Martí sobre el tema.

11.- Durante mucho tiempo, la responsabilidad por la muerte de Mella se le ha adjudicado al Stalinismo en la figura de Vittorio Vidali, presentado por unos como héroe romántico —el célebre comandante Carlos Contreras en la lucha por la República española—, y por otros como asesino grotesco, implicado, entre otras, en las muertes de Trostky y de Andreu Nin. Según se afirma, Vidali le espetó un día a Mella, fuera de sí: «No lo olvides nunca: de la Internacional se sale de dos maneras, ¡o expulsado o muerto!». Los historiadores Adys Cupull, Froilán González, Rolando Rodríguez, y Cristine Hatzky han aportado las pruebas definitivas sobre el asesinato de Mella. Ellos brindan información exhaustiva sobre la trama implementada por Machado para ejecutarlo después de contratar para el empeño al cubano José Magriñat y tras desembarazarse de varios políticos que, aun en el seno del Machadato, se habían opuesto sucesivamente a negociar la extradición de Mella hacia Cuba, luego a pretender comprarlo por soborno y más aún a asesinarle. Los testigos cubanos de la determinación de Machado de matar a Mella contaron sobre su fría e inflexible resolución para acabar con la vida del líder y acerca de todo el proceso que llevó al desenlace fatal. Sin embargo, ambas versiones explican mejor la vida de Mella que su muerte: lo explican todo sobre su carácter revolucionario. Enemigo de los déspotas de las oligarquías, de los tiranos del capitalismo, y de los fanáticos sepultureros de las revoluciones. Fue asesinado por Machado, pero fue el hijo nunca aceptado por el comunismo soviético. Julio Antonio Mella personifica la imagen del revolucionario verdadero: de quien se ve obligado a ser un rebelde, en palabras de Fernando Martínez Heredia, para poder ser un revolucionario. Pueden citarse muchos errores en su vida, pero es muy difícil encontrar una opción suya que no se situase siempre a la izquierda del espectro tenido por revolucionario. Ser rebelde es la única forma de ser revolucionario. El revolucionario, por serlo, es un hijo bastardo de la cultura oficial de su época, sus ideas son advenedizas para la teoría aceptada, sus tomas de posición resultan siempre incómodas para las burocracias que se proclaman e incluso se imaginan como revolucionarias. Mella fue el hijo «bastardo» que aspiró a un socialismo que, aunque parezca un imposible después de la historia del siglo xx, todavía puede y debe anunciar «con todos y para el bien de todos» como la buena nueva de su triunfo. Su pensamiento nutrió la imaginación de la única revolución socialista triunfante en Occidente, la Revolución cubana de 1959, cuando esta debió ser muy rebelde respecto a la cultura oficial de su tiempo para poder ser una Revolución. Pero Mella no sirve solo para legitimar un pasado glorioso, su pensamiento —y sobre todo su actitud— ha de acompañar la zozobra de los experimentos necesarios a las revoluciones del futuro: estas no lo serán sin hacer naturaleza plena la rebeldía. Por eso, es imprescindible leer a Julio Antonio Mella: por lo mucho que debe andar en América todavía.

La Habana, mayo de 2009

* Introducción a Julio Antonio Mella. Textos escogidos, antología en proceso de edición por Ocean Sur, con selección y prólogo de Julio César Guanche.

[1] «El grito de los mártires». Todos los textos citados pertenecen a Julio Antonio Mella.
[2] «Cuadros de la Unión Soviética».
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] Idem.
[6] «Mensaje a los compañeros de la Universidad Popular».
[7] «Los estudiantes y la lucha social».
[8] «Nueva ruta a los estudiantes».
[9] Idem.
[10] «Función social de la universidad».
[11] «¿Hacia dónde va Cuba?».
[12] «Nuestro proyecto de programa para unificar al pueblo cubano a una acción inmediata por la restauración de la democracia».
[13] « Glosas al pensamiento de José Martí».
[14] « Los estudiantes y la lucha social».
[15] «¿Qué es el ARPA?».
[16] « Cómo interpreta el laborismo la lucha antiimperialista».
[17] Idem.
[18] «¿Qué es el ARPA?».
[19] A este propósito, Mella también agrega: «El obrero se hace ilusiones creyendo que va a emanciparse dentro de la sociedad capitalista, sin violencias, sin gobierno obrero y campesino, sin socialismo, sin llegar nunca al Comunismo.” «El capitalismo obrero como formula de salvación».
[20] « La V Conferencia Obrera Panamericana».
[21] «Los nuevos libertadores».
[22] « El por qué de nuestro nombre».
[23] «Los nuevos libertadores» y «¿Hacia dónde va Cuba?».
[24] «Los estudiantes y la lucha social».
[25] « El concepto socialista de la reforma universitaria».
[26] «Carta a Sarah Pascual»
[27] «Cuba: un pueblo que jamás ha sido libre».
[28] «Nuestro proyecto de programa para unificar al pueblo cubano a una acción inmediata por la restauración de la democracia».
[29] Idem.
[30] Idem.
[31] «Los prejuicios del siglo bárbaro. La pena de muerte y los crímenes oficiales».
[32] « El dominio del aire».

http://www.rosa-blindada.info/

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CRISIS MUNDIAL DEL CAPITALISMO Y CONSTRUCCION DEL SOCIALISMO EN VENEZUELA: COMUNAS Y ECONOMÍA COMUNAL, PLANEACIÓN Y PRESUPUESTOS PARTICIPATIVO.

viernes, 10 de julio de 2009


Rafael Enciso Patiño. Caracas. Junio 5 de 2009.

En una perspectiva de transición del capitalismo al socialismo en la República Bolivariana de Venezuela, el pueblo organizado en Consejos Comunales, Comunas, Consejos de Trabajadores y Redes de Productores de Materias Primas, debe participar en la planificación de todas las dimensiones de la vida: en sus aspectos políticos, sociales, culturales, económicos y ambientales.

La democracia participativa y protagónica de la población se hace real, no solo cuando vota para elegir a sus gobernantes, si no, en muchas otras decisiones de tipo periódico, que afectan su vida cotidiana. En especial, cuando participa en la elaboración de los planes de desarrollo y presupuestos de una localidad o territorio; en los presupuestos, planes de trabajo anual y en la distribución de excedentes de una Empresa de Propiedad Social (EPS), en un Consejo Comunal, o en el futuro cercano, en las Comunas Socialistas, ahora en proceso inicial de construcción.


Por medio de los planes y presupuestos de las organizaciones sociales y económicas, se decide hacia dónde quiere avanzar la sociedad: qué problemas o necesidades quiere resolver; que aspiraciones quiere alcanzar; cómo quiere lograr estos objetivos y en qué tiempo; que trabajadores participarán en el logro de los objetivos; con qué recursos contarán para ello y cómo se distribuirán los recursos disponibles entre los diversos programas, proyectos y actividades que se van a ejecutar; posteriormente, cómo se distribuirán los excedentes generados mediante el trabajo social.

La economía rentista de Venezuela

En el caso de Venezuela, el pueblo trabajador cuenta con el apoyo del Gobierno Revolucionario del Presidente Chávez, que destina grandes recursos para apoyar los proyectos de los Consejos Comunales, que provienen en su mayor parte de la renta petrolera. Esta última circunstancia, se debe a que su economía fue distorsionada y su aparato productivo fuertemente constreñido durante 500 años por las políticas del imperialismo y las oligarquías, que convirtieron a Venezuela en un país subordinado y dependiente: exportador de petróleo crudo y consumista e importador de casi todo lo necesario para la vida, en especial los alimentos y bienes manufacturados: de lujo para las oligarquías y de mediana y baja calidad para el resto de la población.

La alienación y el consumismo capitalista, destrucción de la cultura productiva

La venta, uso y consumo de bienes importados, fue sistemáticamente promovida en toda América Latina por los medios masivos de comunicación: la radio a partir de mediados de los años 30, el cine y la televisión a partir de los años 50 del siglo pasado. Manipulando las conciencias y fabricando deseos, Estados Unidos y Europa nos impusieron parte de sus hábitos de vida y patrones de consumo, y con el modelo de la globalización neoliberal implantado a partir de los años 70 del siglo XX, sustituyeron la poca producción nacional existente por más importaciones, con las cuales, su economía y sus ganancias crecían y sus niveles de desempleo se hacían relativamente bajos.

Así, destruyeron o disminuyeron gravemente la cultura productiva de la población, tanto agrícola como industrial de los países dependientes (incluida Venezuela); estimularon la migración del campo a la ciudad y fueron causa del desempleo crónico, la falta de ingresos para la población, la pobreza y miseria extremas, la descomposición social y la delincuencia generalizada.

Gran parte de la población fue alienada y obligada a adaptarse para vivir sin producir, -o produciendo muy poco-, en trabajos relacionados con el comercio y los servicios (a excepción de los vinculados a la actividad petrolera), en una economía rentista, en donde la mayor parte de los ingresos del Estado provienen de la venta del petróleo. Este es extraído del subsuelo mediante el trabajo, pero no es producido por él, sino por la naturaleza. Sus precios son determinados en el mercado mundial por la oferta y la demanda, y por los movimientos especulativos del gran capital financiero e industrial. Finalmente, los altos precios del petróleo (que se forman cuando se juntan varias de las circunstancias arriba planteadas, más una fuerte organización y políticas coordinadas de los países exportadores) son pagados por los trabajadores del planeta, a quienes los capitalistas trasladan sus costos, mediante el aumento del precio final de cualquier mercancía, para cuya producción se utilice energía proveniente de combustibles fósiles.

Rentismo y clientelismo político, herencia nociva de la cuarta república

La renta se distribuye a través del aparato del Estado, que en el sistema capitalista es instrumento de opresión y manipulación del pueblo. Una de sus formas más odiosas y alienantes es el clientelismo político, que ha sido práctica generalizada en el capitalismo y que, desafortunadamente, aún se aplica en parte en Venezuela por no pocos “polítiqueros” y funcionarios públicos reproductores del sistema de explotación capitalista, que superaremos con el socialismo bolivariano, cuyas bases culturales y materiales se construyen de manera progresiva con el Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2013, y su proyección al año 2019.

El clientelismo político es un chantaje. Es la compra del voto y la conciencia de los ciudadanos; la manipulación de la acción política de los ciudadanos con recursos del Estado: “si ayudas a elegir y votas por determinado politiquero, entonces tu hijo tendrá la beca; o tú tendrás un empleo en un ministerio o institución pública; tendrás el anhelado aumento de sueldo, o pasarás a ser empleado fijo; tendrás acceso a una vivienda por la política habitacional, etc., etc.” Y así, en todos los aspectos de la vida. Esto es algo que debe ser liquidado por completo de las costumbres políticas en Venezuela, si queremos un Estado Comunal y Socialista al servicio del pueblo y no, un Estado y un pueblo al servicio de explotadores, burócratas y corruptos.

Ha mejorado la calidad de vida del pueblo

Como resultado de las políticas del gobierno revolucionario del Presidente Chávez y la reestructuración de las relaciones internacionales del país para recuperar la soberanía nacional; su incidencia en las políticas de la OPEP; el aumento de los precios del crudo en el mercado internacional; la superación del golpe de Estado en 2002 y del golpe petrolero en 2002- 2003 por la acción masiva y revolucionaria del bravo pueblo de Venezuela y su estamento militar, el país contó entre los años 2005 y 2008 con grandes ingresos de divisas.

Con estos recursos, a pesar de que aún existe mucha corrupción dentro del Estado y sus instituciones, se ha logrado mejorar notablemente la calidad de vida del pueblo, realizando importantes inversiones en servicios sociales: alimentación, salud, educación y cultura (Misiones Sociales); en obras de infraestructura; y en la creación – con apoyo de países aliados como China, Rusia, Irán y Argentina-, de las bases de una industria nacional capaz, -si se gestiona con orientación socialista-, de satisfacer parte de las necesidades de la población y de afianzar en el mediano plazo la soberanía nacional.


Crisis mundial del capitalismo y necesidad de superar la economía rentista, con una economía productiva comunal, socialista y sustentable


Pero la situación ha cambiado drásticamente: la crisis mundial del capitalismo, con sus expresiones financiera y económica, con epicentro en los países industrializados, y en el calentamiento global que está afectando el planeta con todos sus habitantes, tiene un fuerte efecto en Venezuela por su incidencia en el Presupuesto Nacional. Los precios del petróleo cayeron en febrero de 2009 hasta menos de 40 dólares por barril, cuando fueron calculados a 60 dólares en el presupuesto nacional para el mismo período. En años anteriores el precio llegó hasta los 150 dólares.

Esto obligó al Presidente y a la Asamblea Nacional a reajustar el presupuesto en el mes de febrero de 2009 y a subir el IVA del 9% al 14%, afectando el monto de los recursos disponibles para la ejecución de muchos de los proyectos nacionales, los presupuestos y planes de desarrollo de las gobernaciones y alcaldías, y la capacidad adquisitiva de los trabajadores. A pesar de todo, las inversiones para el gasto social se mantuvieron, gracias a fuertes reservas internacionales acumuladas durante varios años y a los fondos de desarrollo creados por el Presidente Chávez.

El precio del crudo ha subido lentamente desde el mes de marzo para alcanzar los 60 dólares en junio de 2009 y se espera que pueda ubicarse en los 70 dólares al final del año. Pero la profundización de la crisis, ya convertida en recesión, que frena e incluso obliga a disminuir la producción industrial en los más poderosos países capitalistas de Europa, Estados Unidos y Japón, podría presionar de nuevo los precios a la baja. Es una situación de incertidumbre. La construcción del socialismo requiere planificación y no incertidumbre. O, en todo caso, cada día mayor planificación y menor incertidumbre.

Por esto; y porque en la etapa actual de la revolución es indispensable crear nuevas relaciones sociales con valores socialistas en los procesos integrados de financiamiento, producción, distribución, intercambio y consumo, la planificación y el presupuesto participativo no pueden basarse solamente en determinar las necesidades y aspiraciones de la comunidad, definiendo prioridades, para solicitar al Estado, los recursos que permitan satisfacerlas. Esto genera dependencia del Estado y no corresponsabilidad entre Estado y Comunidad; minusvalía de la comunidad y sus integrantes. Parasitismo y alienación social. Estimula el clientelismo político, el burocratismo y la corrupción.

Es indispensable crear, con participación protagónica del pueblo una economía en transición al socialismo, productiva y de servicios, capaz de satisfacer de manera sustentable sus necesidades materiales y culturales, y de crear las mejores condiciones para su máxima estabilidad, seguridad y felicidad posibles. Con lo cual se avanzará en la construcción de verdadero Poder Popular, que es necesariamente socialista, y en la minimización del clientelismo político, que reproduce al viejo Estado burgués, que a su vez, reproduce las principales bases de la explotación y de la reproducción metabólica del capital: a. La división social y la estructura jerárquica del trabajo, b. La alienación social y c. La propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción. Esto se puede hacer por medio de Empresas de Propiedad Social (EPS) con gestión socialista, que pueden ser propiedad social directa (de las comunas), indirecta (del Estado) o mixta, en donde se combina la propiedad social de las comunas, con la del Estado.

Planificación participativa, poder popular y economía comunal

Las comunidades organizadas deben planificar con mucha inteligencia: qué necesidades satisfacer de manera prioritaria y cómo invertir de manera sustentable, los recursos del Estado, complementados con formas de autofinanciamiento comunal.

No se trata de producir solamente cosas, bienes materiales, se debe producir al mismo tiempo, productos y cultura socialista; propiciar el desarrollo endógeno local y regional socialista para depender cada vez menos, tanto del apoyo del Estado como de las importaciones, puesto que, junto a varios motivos de importancia estratégica, en caso de volver a una situación de bajos precios del petróleo en el mercado mundial, y en la medida en que vayan disminuyendo las reservas internacionales y los fondos sociales, habrá menor cantidad de divisas disponibles y por tanto, solo será posible importar lo esencial.

En otras palabras: las Comunas y el Poder Popular con contenido socialista solo existirán de manera real, si cuentan con una economía productiva, en la que la población y los trabajadores de un territorio, conjuntamente con el Estado a nivel local o regional, tomen las decisiones fundamentales sobre: qué producir, cómo hacerlo y con qué modelo de gestión; cómo distribuir el resultado del trabajo y cómo distribuir los excedentes que se generen en el proceso de financiación, producción, transformación, distribución y consumo.

Como ha orientado el Presidente Chávez, esta economía debe concretarse en Empresas de Propiedad Social Directa (de la comuna) con Gestión Socialista, articuladas a las cadenas y redes socio productivas de su rubro o sector. En ellas, las Empresas de Propiedad Social Indirecta (del Estado) juegan un papel primordial, a las que deben articularse también otras formas de propiedad social y privada (incluye a las cooperativas).

Esto es válido en todos los sectores de la economía pero, en este período incipiente (aunque decisivo) de transición del capitalismo al socialismo, se debe dar prioridad a: la soberanía y seguridad alimentaria de la población; la salud, la educación y la cultura; la vivienda; el derecho al trabajo digno, no alienado ni explotado; y a la prestación cotidiana de servicios de todo tipo a la población, a través de trabajadores de múltiples oficios organizados manera interdisciplinaria en EPS: albañilería, plomería, electricidad, carpintería, etc., etc.

Criterios fundamentales para la selección de los proyectos de Empresas de Propiedad Social (EPS) a financiar

Como hemos dicho anteriormente, en medio de la crisis económica y general del sistema capitalista mundial y su proyección a Venezuela en diferentes ámbitos de la vida económica, social, política, cultural y militar; y teniendo en cuenta:

a. Los recortes hechos al presupuesto nacional y por tanto a todas las gobernaciones, alcaldías e instituciones del Estado;
b. La experiencia histórica acumulada y los planteamientos del Presidente Chávez en materia de economía política difundidos por televisión y en sus escritos semanales “Las Líneas de Chávez”;
c. La lógica socialista y comunitaria mínima necesaria,

Proponemos las siguientes sugerencias generales, que en escritos posteriores serán aplicados de manera específica y explicativa al tema de la soberanía y seguridad alimentaria:

• Los proyectos de EPS, solo podrán ser financiados por el Estado, a través del Sistema Único de Financiamiento de los Consejos Comunales (SAFONAC), INAPIMI, BANDES, BANFOANDES, BANMUJER, etc., si entre varios requerimientos de tipo técnico y obligatorio cumplimiento, (que no pueden ser los mismos que los exigidos para los proyectos capitalistas), han sido formulados con participación protagónica de los sujetos sociales que lo van a ejecutar, así como de todos aquellos que serán afectados o influidos por su actividad; y también, por los destinatarios de sus productos o servicios.
• Que algunos voceros de Consejos Comunales o líderes comunitarios claves, en la formulación del proyecto, sean financiados por las instituciones públicas de manera temporal. Así, podrán dedicar el tiempo necesario para contribuir con eficiencia en la formulación de proyectos de cierta complejidad, que requieren mucho tiempo y dedicación, como podrían ser por ejemplo: Plantas de procesamiento agroindustrial; depósitos comunales de materiales de construcción y ferretería; proyectos de vivienda comunal, mercado comunitario.
• Todos los proyectos de EPS correspondientes a un mismo estado, o que vayan a desarrollarse en el territorio de una misma comuna en proceso de construcción, deberán ser considerados de manera interrelacionada y sistémica. Esto puede reflejarse en una matriz construida de manera colectiva (con sus propias metodologías) con participación conjunta de integrantes de instituciones públicas, Consejos Comunales y otras organizaciones sociales existentes. Posteriormente deben ser desarrolladas en sus múltiples aspectos y dimensiones.
• Concentrar en unos cuantos proyectos prioritarios, el potencial humano existente y los recursos de todo tipo disponibles, (o susceptibles de conseguir): financieros, técnicos, naturales, ambientales, de infraestructura, etc., para lograr verdaderos éxitos de construcción de economía y cultura socialista, que servirán de referencia y como factor comparación. Los éxitos iniciales, crearán un ambiente social y político favorable para posteriores proyectos de EPS.

• Estos proyectos deben estar localizados en los territorios donde existan las mejores condiciones políticas y sociales para avanzar en la construcción socialista. Por ejemplo: Consejos Comunales bien organizados y realmente activos, PSUV bien dirigido y compenetrado con la población, Alcalde revolucionario, Escuela de Formación Socialista, etc.,unidas a las condiciones técnicas requeridas según estudio de prefactibilidad.

• Estos proyectos solamente serán aprobados si han sido concebidos de manera integral (los que estén incompletos deberán completarse). Deben incluir toda la cadena y red socio productiva (aunque algunos eslabones ya pueden existir y solo haga falta articularlos), porque de lo contrario, como ya lo demuestra la experiencia, serán subordinados y convertidos por los monopolios en eslabones de la reproducción del capitalismo.

• Las cadenas y redes socio productivas deben abarcar:

a. El financiamiento.
b. La producción primaria (agrícola, pecuaria, pesquera, forestal o minera).
c. El acopio y el transporte.
d. La transformación industrial y agroindustrial.
e. La distribución.
f. El Intercambio.
g. El consumo final.
h. La distribución de excedentes.
i. La formación en Gestión Socialista y la capacitación.

• De acuerdo al PNSB 2007-2013 y a las orientaciones presidenciales, podrán participar en estos proyectos y en sus redes socio productivas, diversas formas de propiedad (incluida la privada, de la que hacen parte las cooperativas), pero asegurando la hegemonía de la Propiedad Social: Indirecta (del Estado) y Directa (de las comunidades), sobre la propiedad privada, para que en lo fundamental, los resultados finales en cuanto a productos y servicios (acceso, calidades y precios) , así como la distribución de excedentes, beneficien a la población y al Estado a su servicio, y sirvan para la creación de una economía productiva con relaciones sociales de producción, distribución, intercambio y consumo, con orientación socialista.

• Los eslabones estructurantes de las cadenas, (es decir, los que determinan la orientación estratégica de las mismas) deben ser de propiedad social: Directa, Indirecta, o Mixta entre las dos; y si hay participación privada, esta siempre deberá ser minoritaria.

• Aplicar una Matriz de Modelo de Gestión Socialista (Ver Revista Poliética año 1, 2009, No. 5, Formación y Gestión Socialista, Conclusiones del tercer seminario nacional sobre formación y gestión socialista, Pág. No 40) a los proyectos de EPS y perfeccionarlos con participación social; es decir, de los sujetos que estarán implicados en su ejecución. Esto debe hacerse de manera obligatoria y será un proceso de aprendizaje colectivo sobre socialismo y su construcción planificada con participación social. Si estas condiciones no existen es mejor desistir del proyecto respectivo.

• Todo proyecto deberá contar para su desarrollo y correcta orientación, con por lo menos, un cuadro político de nivel medio con formación socialista y con probada voluntad política (ojala también con formación profesional y técnica pertinente al proyecto) y tener incluido como elemento esencial, la creación de una Escuela de Formación Socialista para todos los sujetos sociales que participarán en la cadena y red socio productiva correspondiente. Si esto no se cumple, tampoco tiene sentido para el Gobierno Nacional que el proyecto sea financiado con recursos del Estado, porque solo generará más capitalismo.

• Para formar al conjunto de cuadros se requiere la existencia de una Escuela Socialista a nivel estadal o regional, con un programa de Formación en Didáctica para los facilitadores que se desempeñarán en todas las demás escuelas de formación socialista: Del estado; de Empresa de Propiedad Social (EPS); de cadena y red socio productiva; de productores libres asociados; de Consejos Comunales y Comunas; de Ministerios, Gobernaciones y Alcaldías.

• Uso de los medios masivos de comunicación para la difusión de los proyectos y sus logros posteriores, facilitando la intercomunicación de sus sujetos sociales y para la formación, en el modelo de gestión socialista, de los trabajadores de empresas y otras unidades económicas, vinculadas a las cadenas, redes socio productivas y comunas.

A estas sugerencias, podrán sumarse muchas otras, surgidas de las experiencias diversas en cada situación particular, en cada estado o región, o por diferentes grupos poblacionales, como pudieran ser las comunidades afro descendientes, indígenas, campesinas; mujeres, jóvenes, indigentes, población carcelaria, medios alternativos de comunicación, etc.

Es importante tener en cuenta la posibilidad de vincular al máximo posible en estos proyectos a cuadros políticos revolucionarios (algunos de los cuales además pueden ser profesionales y técnicos) provenientes de los países del ALBA, y de organizaciones sociales de América Latina y El Caribe, que sean afines a la revolución socialista bolivariana, puesto que esto será un importante proceso solidario, de hermanamiento de los pueblos, para construir de manera conjunta el mayor potencial liberador para los pueblos, comunidades e individuos del continente.

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