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Sobre el Manifiesto Comunista y la Globalización


Malime

En la presentación de la revista Herramienta el 5 de junio de 1998 en la ciudad argentina de Córdoba, Aldo Andrés Romero resalta la previsión que los autores del Manifiesto realizaron sobre lo que el pensamiento dominante ha impuesto con una denominación confusa e interclasista a la que denomina Globalización. Enumera un gran número de datos donde se evidencia que la mundialización y expansión capitalista más allá de las fronteras nacionales ha supuesto una profundización de las desigualdades sociales y económicas entre las personas y los países. La fase imperialista que Lenin denuncia en su obra "El imperialismo fase superior del capitalismo".

Reproduce del Manifiesto estos párrafos que cito a continuación, donde es evidente la vigencia de una obra que se publicó hace más de 150 años.

"Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes.
Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional.
Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y los climas más diversos.
En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal de las naciones, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción intelectual (...) Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones (...) Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización".


Dice Romero: "Esta tesis que destaca el carácter expansivo del capitalismo y su dinámica de alcances mundiales tiene tal actualidad, que innumerables trabajos referidos a la globalización mencionan al Manifiesto..." pero a continuación rompe con su discurso marxista, "... no tengo interés en dar la impresión de que el curso del mundo se ajustó a las previsiones marxianas." Ese distanciamiento marxiano, porque el curso del mundo caminó por otros derroteros, denota una grave incomprensión de la teoría marxista.

El marxismo ante todo es una filosofía revolucionaria que no parcela ni separa la elaboración teórica de la práctica revolucionaria. Es una filosofía con una base científica que analiza los fenómenos existenciales aplicando el método de análisis materialista dialéctico. Ello posibilitó analizar el proceso histórico de la humanidad y aventurar el devenir de la historia, pero un devenir no mecanicista sino dialéctico y autocrítico que tiene en cuenta el contexto del momento y el protagonismo revolucionario del ser humano en el proceso histórico.

El descubrimiento de las contradicciones antagónicas existentes en el presente momento histórico capitalista entre burguesía y trabajadores no determina por sí mismo el fin de la minoritaria clase social burguesa. La existencia de una clase antagónica mayoritaria, atomizada y dispersa es una clase en sí, pero al no constituirse como clase dominante, es decir, con organización propia y autónoma no es clase para sí, es dependiente de la otra clase minoritaria que aun siéndolo está lo suficientemente organizada para mantenerse en el poder y someter al conjunto de la sociedad.

No se puede culpabilizar a los autores del Manifiesto y a Lenin de que el grito final del Manifiesto Comunista ¡Proletarios de todos los países, unios! no se haya llevado a efecto y acabado con el sistema capitalista. El curso del mundo habría sido otro si en vez de triunfar entre los trabajadores las tesis reformistas defendidas por la socialdemocracia hubiesen triunfado las tesis revolucionarias defendidas por Marx, Engels y Lenin.

La filosofía marxista tiene una base científica y como toda ciencia no se adquiere de forma infusa, por inspiración divina, requiere del estudio y de la investigación. La clase trabajadora no nace con conciencia comunista, en todo caso su oposición a la explotación capitalista tiene una base economicista, insuficiente, para una lucha que es eminentemente política. Revolucionariamente política. Poder comprender el complejo mundo en que vivimos, el porqué es posible que se mantenga durante tanto tiempo la explotación del hombre por el hombre. La conciencia de clase tiene que ser inducida por una vanguardia revolucionaria que la enseña y la practica con su ejemplo, que posibilita que la teoría y la practica vayan parejas, que tenga en cuenta la importancia que daba Gramsci a la preparación ideológica de las masas:
"La lucha económica no puede separarse de la lucha política, y ni la una ni la otra pueden ser separadas de la lucha ideológica.
Por ello, el Partido debe asimilar el marxismo y debe asimilarlo en su forma actual, como leninismo.
Para luchar contra la confusión que se ha creado de esta manera, es necesario que el Partido intensifique y haga sistemática su actividad en el campo ideológico, que se imponga como un deber de los militantes el conocimiento de la doctrina del marxismo-leninismo, al menos en sus términos más generales.
Para que el Partido viva y esté en contacto con las masas, es menester que todo miembro del Partido sea un elemento político activo, sea un dirigente.
...todos los miembros del Partido, cada uno en su ambiente, se hallen en situación de orientarse, de saber extraer de la realidad los elementos para establecer una orientación, a fin de que la clase obrera no se desmoralice sino que sienta que es guiada y que puede aún luchar. La preparación ideológica de la masa es, por consiguiente, una necesidad de la lucha revolucionaria, es una de las condiciones indispensables para la victoria."


La socialdemocracia históricamente no ha cuestionado el carácter clasista del Estado y la Democracia burguesa, nunca se planteó demoler la maquinaria estatal burguesa sino perfeccionarla, en vez de crear la propia estructura organizativa de los trabajadores con la que sustituirla llegado el momento de cuestionarse el poder. Acepta las reglas de juego político que le impone el sistema, finalmente entra en el juego de la alternancia de gobierno cuando obtiene mayoría parlamentaria.

Romero que en su trabajo realiza una magnífica denuncia de la falsa teoría globalizadora, manifiesta una total incomprensión de por qué se producen estas formas de dominio a nivel nacional y mundial. Al abordar el análisis sobre Capitalismo global y Estado dice:

"La globalización implica un relativo debilitamiento del Estado-nación, pero de ninguna manera precipita la desaparición del Estado. (...) los Estados-nación resultan imprescindibles, pues el capital no tiene con qué reemplazarlos. (...) La imposibilidad en que se encuentra el capital global para dotarse de un Estado mundial... (...) no se puede desconocer que los estados nacionales pueden ser todavía un marco potencial para la resistencia al poder de las transnacionales y los imperialismos, y al mismo tiempo es obligatorio e inaplazable buscar caminos para que los explotados y oprimidos no se despanzurren entre sí, y la humanidad no se siga despedazando entre naciones.
(...) No es esta la oportunidad de reflexionar cómo y por qué el movimiento obrero perdió ese rumbo y se fragmentó hasta perder casi la conciencia de clase y el internacionalismo..."


Efectivamente el debate sobre esta última cita no se hace en su artículo ni en ningún otro, ni en otros foros comunistas cuando tan necesario es recuperarlo. A nadie le cabe duda de que el capitalismo conduce a profundizar las desigualdades sociales, a la degradación del planeta hasta hacerlo desaparecer si esa dinámica no se corta. Sin embargo no nos cuestionamos como es posible que la minoritaria clase capitalista se mantenga en el poder. ¿Por qué ellos están tan bien organizados y la mayoría social tan dispersa y atomizada?. ¿Por qué se aceptan las reglas de juego político impuestas por la burguesía y se desprecian las formas propias de la mayoría social de organización, de lucha por el poder y de participación en el poder que Marx y Lenin defendieron en contra de la opinión de los reformistas de su época?.

Nuestro amigo a través esas citas está reflejando una incomprensión sobre la función histórica del Estado denunciada por Marx y Lenin. Expone una falsa y aparente contradicción del capitalismo globalizado ante la imposibilidad de prescindir de los Estados-nación por no poder dotarse de un Estado mundial. Apoya los Estados-nación como marcos potenciales de resistencia contra el poder de las transnacionales y los imperialismos. Desgraciadamente su incomprensión sobre ese tema es la incomprensión que se da entre el amplio espectro anticapitalista. De una izquierda que no comprende el carácter represivo y clasista de todo Estado en una sociedad dividida en clases sociales antagónicas. Se sitúa al Estado como un ente abstracto que está por encima de las clases, que no está estructurado de tal forma que perpetúe la explotación del hombre por hombre, como algo colgado del cielo. Confía que esos estados burgueses, nación, se opongan a las transnacionales. Ignora que esas transnacionales están controladas por las oligarquías imperialistas que también directa o indirectamente controlan los Estados-nación.

Efectivamente, en la fase imperialista del capitalismo el Estado cada vez más va perdiendo control sobre los aspectos que regulan la economía, los asuntos sociales, asistenciales, educativos y culturales, los cuales se privatizan y son sometidos a la especulación capitalista de las multinacionales. Al Estado-nación se le va despojando de los aspectos reguladores asistenciales.

Al Estado-nación cada vez más le va quedando el carácter regulador represivo, físico e ideológico básicos del Estado capitalista. Se modernizan las fuerzas represivas con nuevas técnicas, que se justifican para luchar contra la delincuencia, pero que no terminan con ella por ser la delincuencia parte implícita del sistema capitalista, y que sí sirve para reprimir cualquier manifestación de protesta social o política. Prueba evidente de esa preparación y modernización represiva lo hemos podido comprobar ante las protestas antiglobalizadoras, sobre todo en Praga y Niza, como después de las experiencias de Seattle, las fuerzas represivas han sabido adelantarse y frustrar los intentos boicoteadores de los manifestantes, sobre todo en Niza, donde las técnicas policiales utilizaron la provocación e impidieron que los manifestantes llegaran a concentrarse. Las pequeñas escaramuzas que ello provocó, las respuestas violentes de pequeños grupos justificó moral y políticamente la actuación policial.

La "materialidad histórica" del Estado es su carácter clasista y represivo denunciado por Marx, Engels y Lenin. Al Estado burgués oponían el Estado proletario.
La gran polémica que mantuvieron con los reformistas de su época es la misma que actualmente existe con los que se empeñan en proclamar que estamos en un Estado de Derecho porque la explotación del hombre por el hombre se realiza sin recurrir a la forma de opresión dictatorial, eminentemente física de épocas anteriores. Los reformistas actuales lo mismo que los reformistas antiguos se empeñan en querer perfeccionar la maquinaria estatal burguesa en vez de destruirla. La diferencia con aquella época estriba en que hoy no existe ningún intelectual de talla que mantenga la polémica que mantuvieron Marx y Lenin con los reformistas sobre la función del Estado y la Democracia en la época moderna. Hoy nadie se plantea la necesidad de destruir y reemplazar esa maquinaria por formas de organización propias de los trabajadores que permitan a estos organizarse como clase dominante. Se confía en la democracia delegada del pueblo en una clase política constituida por diferentes partidos políticos, que hacen y deshacen a su antojo durante equis años.

Sin democracia sin participación directa y permanente de los ciudadanos en los asuntos que les afectan directamente es imposible que éstos tengan solución. La dispersión y la atomización del pueblo es la que posibilita que las nefastas consecuencias de la llamada globalización capeen a lo largo y ancho del planeta.

Es necesario que se constituyan formas propias de organización por parte del pueblo como las que Marx supo apreciar en aquella forma espontánea del proletariado parisino a través de la Comuna, o que Lenin supo ver en el soviet de 1905. Formas de democracia directa del pueblo que no necesitan de 600.000 millones de pesetas como necesitó Bush para ser elegido presidente de los EE.UU.

Esa forma de publicitación y de democracia no tiene nada que ver con las formas que tienen que adoptar los trabajadores. Las formas de democracia verdadera del pueblo trabajador son aquellas que le permiten publicitarse en su medio sin "ayudas foráneas", ser reconocido por sus conciudadanos y elevado hacia arriba desde su propio medio de actuación política, desde los lugares donde convive con los demás compañeros de su misma clase, desde los centros de producción y de residencia, desde las asociaciones comunales más cercanas, desde las asociaciones vecinales, culturales, educativas, etc, desde los propios lugares donde se dan los problemas y desde donde la gente puede opinar, proponer y participar en las soluciones a esos problemas que vive directamente. Formas organizativas desde la base que posibilitan la elección y la revocación, el control permanente de los elegidos que necesariamente tienen que informar del desarrollo de la gestión del mandato recibido. Estructuras organizativas horizontales y piramidales que canalicen desde abajo hasta la cúspide los problemas generales que requieren para su resolución de una planificación centralizada democráticamente consensuada desde la base.

El movimiento antiglobalización está condenado al fracaso si no adopta una estructura organizativa de base permanente que se desarrolle desde los centros de producción, de residencia, de educación y cultura, que se coordine desde los barrios, los pueblos y ciudades, desde las regiones y nacionalidades e internacionalmente. Retomar el grito final internacionalista del Manifiesto Comunista ¡Proletarios de todos los países, unios!

http://www.rebelion.org/izquierda/malime300501.htm