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El límite del Capitalismo somos nosotros



Luis R Delgado J

Insistíamos en un artículo anterior (http://www.kaosenlared.net/noticia/no-nos-enganemos-capitalismo-solo-destruyen-revoluciones), que pese a la grave crisis que afecta el capitalismo a nivel global, este no se encuentra amenazado de muerte mientras las condiciones de alienación y desorganización de los trabajadores y trabajadoras del mundo permanezcan tal como hoy se encuentran.
Afirmamos que al capitalismo no lo derrumbará una crisis financiera, energética o bancaria, en todo caso estas crisis pueden agudizar las contradicciones de clases en la sociedad mundial, lo cual pudiese traducirse en situaciones revolucionarias que pudieran dar al traste con el orden existente, sin embargo, no es eso lo que se observa en la mayoría de los países metropolitanos o imperialistas, de hecho en muchos países de la periferia tampoco se nota la emergencia de un potente movimiento anticapitalista capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias una revolución de magnitudes sistémicas, que le rompa el espinazo al metabolismo del Capital, como lógica de explotación, dominación y subordinación.

Sin embargo parece, que muchos intelectuales y políticos han caído en conclusiones economicistas, deterministas y catastróficas, pareciera que olvidaran que la Revolución Socialista (Comunista) no es un destino manifiesto, predeterminado, el cual podemos esperar sentados en un sofá, se trata de una opción histórica que debe ser elegida y construida por millones de hombres y mujeres, el dilema (Socialismo o Barbarie) sintetiza este problema civilizatorio.

“¿Cuál es el límite, entonces, que hace finito al capital? No es el que el capital se canse o se ponga senil, que llegue a cierto punto en el que sea incapaz de sobrepasar más barreras. La respuesta que a lo largo de sus vidas ofrecieron Marx Y Engels fue coherente: el límite del capital es la clase obrera… los trabajadores ponen el punto final a la historia del capital.” (Lebowitz 2006, p. 69)

Frente a esta realidad histórica, el movimiento socialista y comunista internacional en su vertiente dogmática, positivista, y propagandista tiene más de 100 años pronosticando el inminente fin del capitalismo, lo cual ha llenado de esperanza y frustración a muchas personas. Se ha olvidado muchas veces una enseñanza fundamental de los teóricos y principales dirigentes revolucionarios (Marx, Engels, Lenin, Gramsci, Fidel, Mao, etc.), para que el capitalismo se caiga hay que tumbarlo y enterrarlo (Chávez dixit), es decir, debe darse una revolución que transforme los fundamentos estructurales de la sociedad existente, en el plano político, económico, cultural, moral, etc.

La Revolución Socialista (Comunista) debe mas allá de abolir la propiedad privada de los medios de producción o el inicio del proceso de extinción del Estado, erradicar toda forma de fetichismo, de alienación que le impide ver a los hombres y mujeres que son ellos los hacedores de la historia (en unas condiciones históricamente legadas por las generaciones pasadas), que la sociedad no la construye el dinero o la tecnología, sino que son lo seres humanos los demiurgos reales de la historia, somos nosotros los que podemos construir un mundo mejor ahora, eso si, no debe olvidarse que sin organización y conciencia esto es una tarea imposible, las clases dominantes, la burguesía transnacional, esa plutocracia que hoy gobierna los destinos del mundo no se dejará vencer sin antes luchar encarnizadamente para defender sus privilegios, que no son otra cosa que la riqueza expropiada, robada a miles de millones de personas en todo el planeta.

Quisiera finalizar estas breves notas con este planteamiento que deja mucho que pensar:

“Marx dedicó buena parte de su obra a demostrar que el capitalismo no persiste: existe únicamente porque lo generamos… se ha olvidado uno de los argumentos centrales de Marx: que nosotros construimos el capitalismo (la teoría del valor-trabajo)… Si no dejamos de construirlo, entonces, lo estamos construyendo… El problema de la revolución no es la destrucción de una estructura externa, sino dejar de crear el capitalismo.” (Holloway 2006, p. 61)